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sábado, 25 de junio de 2011

Privatización

     En la entrada anterior y en este homenaje a quienes, en peores condiciones que las nuestras, tuvieron que hacer frente una situación análoga, mencioné algunos casos de privatización. A pesar de que sólo fueron tres ejemplos, pretendían poner de manifiesto, primero, que no todo se puede privatizar porque no son un negocio para las empresas (caso de los polluelos) y, segundo, que la privatización debe hacerse con determinadas condiciones: la empresa no debe alcanzar una posición monopólica (necesidad de que exista competencia) y debe aceptar unas normas que aseguren que va a cumplir los fines sociales para los que se ha creado o instalado. (Regulacion)

     Sin embargo, el FMI y el Banco Mundial "pensaban" que había que privatizar a toda marcha, y la competencia y la regulación vendrían después. En la situación de inferioridad en que se encontraban los gobiernos afectados, es de tontos pensar que eso podía suceder. ¿Por qué, entonces, tanta prisa? Dada la falta de transparencia y democracia con que funcionan estas instituciones, es de pensar que, en esa práctica, había "gato encerrado". El gato encerrado era el deseo de hacer negocio de las empresas occidentales, dispuestas a practicar el soborno si era necesario, aún sabiendo que sería mejor para todos no caer en la tentación. (El dilema del prisionero)      Algunas veces el soborno ha llegado a ser realizado por las mismas instituciones internacionales, por ejemplo, en la caso del suministro de agua potable en la ciudad de Cochabamba, el Banco Mundial ofreció el perdón de una parte de la deuda si el gobierno boliviano aceptaba la privatización de este servicio.

     Con sólo tres ejemplos y las consideraciones anteriores no se puede decir que se haya agotado el tema. Por ejemplo, no se ha abordado el problema de los trabajadores que quedaban en paro. Para hacer frente al paro alguien puede pensar en la creación de nuevas empresas, pero eso no era -ni es- fácil para estos países, ni tampoco para nosotros. En nuestro caso, con un número tan elevado de parados, llama la atención el que algunos (el antiguo jefe de la patronal y Emilio Botín) digan que la solución a la crisis está en "trabajar más".  En una entrada anterior, presenté un párrafo del libro de Joseph E. Stigliz en  el que, este profesor exponía la opinión los fundamentalistas de mercado acerca del origen del desempleo. (Los mercados no están contentos)  Me estoy desviando del objetivo marcado: un homenaje a quienes tuvieron que lidiar con una deuda, que algunos llaman "odiosa", con menos recursos humanos y materiales que nosotros. Continuaré otro día. Me parece interesante y necesario.

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