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domingo, 7 de agosto de 2011

Alta gastronomía

     Como es domingo, me voy a dedicar al "copieteo". Lo que a continuación escribo es copia de parte de un artículo, El consuelo de las medusas y otrs pataletas, de Manual Rodríguez Rivero, publicado en el último número de Babelia (suplemento de EL PAÍS que aparece todos los sábados).

     "Miren: es probable que yo tenga para la alta-altísima gastronomía (llamémosla así) la misma sensibilidad que un cohombro de mar, pero a mí todo esto me ha parecido obsceno. Y, sobre todo, decadente. No cuestiono (al menos fanáticamente) aquello de que la cocina (es decir, esa manera de entenderla) sea cultura. Pero, como muchos, estoy un poco hasta el hígado de que nos vendan las excelencias culinarias del nitrógeno líquido, de la gastronomía molecular y de la cocina de laboratorio servida en cantidades virtuales, comentada como si se tratara de sonetos inmarcesibles de Quevedo o delicadas abstracciones de Blinky Palermo, y cobrada a precios ante los que no pestañean los consejeros de BBVA o de Iberdrola (8,92 y 14,84 millones de euros anuales, respectivamente). No voy a recurrir a la demagogia somalí o cuernoafricana (por mencionar ámbitos de -ay- depauperada cultura gastronómica), pero tengo la sospecha de que el desmesurado culto contemporáneo a la llamada alta gastronomía y la idolatría del Cocinero (permítanme que utilice la mayúscula) podrían ser síntomas de carencias culturales más profundas".
     (El subrayado es mío)

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