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lunes, 22 de agosto de 2011

Reconstruir Somalia ¿Por qué? ¿Para qué ¿Cómo?

     ¿Por qué reconstruir Somalia y los países que conforman el Cuerno de África?  Única y exclusivamente porque allí viven seres humanos, que sienten y piensan igual que nosotros.

     ¿Para qué? Para hacer de este planeta "un lugar donde el amor no se sienta amenazado".

     ¿Cómo? Para hacer realidad este objetivo, hay que no olvidar que la ayuda humanitaria, para ser eficaz, debe ser imparcial y basada en las necesidades de quienes la reciben. Los proyectos de desarrollo deben responder a las necesidades de comunidades a las que van dirigidos, ajustarse en lo posible a las políticas de las autoridades locales y nacionales, y deben ser sostenibles cuando los cooperantes extranjeros se hayan marchado. Por esto último, hay que tener cuidado con la técnica que se importa. En todos estos aspectos, el Banco Mundial ha fracasado estruendosamente -en realidad, el origen de tantos y tan grandes fracasos se encuentra en que en ningún momento deseaba ayudar: sus intereses siempre fueron otros-.

     Es interesante hacer notar que se está hablando de desarrollo  humano y no de crecimiento económico, a pesar de saber que es necesario un cierto crecimiento económico para alcanzar un adecuado desarrollo humano. De todos es conocido que, en nuestro actual sistema económico y social, el único objetivo es el crecimiento económico, no importa que para alcanzarlo haya que sacrificar cualquier tipo de desarrollo humano.

     Para lograr el objetivo anterior, las potencias europeas y estadounidenses han de dejar a un lado sus intereses comerciales. El Cuerno de África, en general, y, muy especialmente, Somalia, es una región que reviste particular interés para estos países por su -según wikipedia- "localización estratégica, ruta obligada de los barcos petrolíferos y de mercancías".  Desde un punto de vista exclusivamente egoísta, el sentido común indica que, para preservar sus intereses comerciales, las potencias europeas y estadounidenses deberían cuidar un desarrollo de la zona equilibrado y sostenible.  No se trata sólo del Banco Mundial: la ayuda alimentaria llevada a cabo, unas veces, para ganar "corazones y mentes" y, otras veces, para dar salida a excedentes, ha demostrado ser ineficaz y costosa, además de completamente insensible a verdaderas necesidades.

    Un importante obstáculo lo constituye la presión que las correspondientes empresas multinacionales ejercerán sobre los gobiernos de los países industrializados; fruto de esa presión fue el insensato e injusto proyecto Atalanta. Son contados los políticos capaces de resistir esa presión.

     Muy difícil, casi imposible, va a ser solucionar el problema de las tierras fértiles de las que grandes empresas agroindustriales se han  apropiado ("les han robado"; no siempre es bueno ser políticamente correctos).

     Tendremos que seguir hablando de quién y cómo puede ayudar al pueblo somalí a que, por lo menos, sea capaz de alimentarse a sí mismo, como lo fue  en épocas anteriores.

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