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miércoles, 29 de febrero de 2012

Tercer sector. Decrecimiento

     Una jornada laboral más reducida , preconizada por el movimiento político, social y económico denominado decrecimiento, hace que posible que las personas tengan más tiempo libre para dedicarse a lo que, realmente, les gusta y, realmente, les hace felices.

     Según cuenta Jeremy Rifkin en su obra El fin del trabajo (pág. 286), la antropóloga Margaret Mead apuntó en una ocasión que "si observamos detenidamente, veremos que casi todo lo que realmente nos importa, lo que encarna nuestro más profundo compromiso con la manera en que la vida debe ser vivida y valorada, depende, a menudo, de algún modo, de muchos modos de voluntarismo".  Por ello, una jornada laboral reducida, dice Rifkin, dará lugar a fortalecimiento del voluntariado o tercer sector; porque en el tercer sector es donde las personas pueden experimentar con mayor placer los aspectos positivos de la vida y de la naturaleza.

     Las organizaciones que conforman el tercer sector son de muchas clases y cumplen muchas funciones. El tercer sector asume tareas y servicios que no el sector público (gobierno) ni el sector privado (mercado) son incapaces o no desean realizar, y, a menudo, actúan como defensores de grupos cuyos intereses fueron ignorados por las fuerzas del mercado o rechazados por los consejos de gobierno, como, por ejemplo, proporcionar alimentos o ropas a los pobres, atender a los enfermos, colaborar con centros educativos en la organización de actividades extraescolares o en tareas de apoyo a algunos alumnos, preservar el medio ambiente, etc. Se incluyen en este sector, las organizaciones que intentan influir en la opinión pública y la redacción de leyes, organizaciones en las que mucha gente aprende a practicar el arte de la participación democrática. Finalmente, el sector formado por los voluntarios es donde las personas pueden relajarse, divertirse: teatro, coros, orquestas, ...

     Algunos analistas, entre ellos J. Rifkin, indican que debería hablarse de primer sector, puesto que, históricamente, es anterior a sector público y el sector privado: tanto los gobiernos como los mercados son criaturas relativamente muy recientes.

     Es posible, como se ha hecho los últimos años, crear un ambiente en que el ser humano no pueda o, incluso, no sienta la necesidad de manifestar su verdadera naturaleza, pero, antes o después, no importa de qué forma, las personas empiezan a comportarse como seres humanos. Basta observar el nacimiento y actuación del movimiento 15-M: sus asambleas, sus propuestas, su trabajo, por ejemplo, para evitar los desahucios o para evitar los fraudes que, con frecuencia, se llevan a cabo al determinar el euríbor en el caso de las hipotecas (http://economia.elpais.com/economia/2012/02/25/actualidad/1330161352_392075.html).

     Debería ser seriamente considerada la posibilidad de que la crisis, después de haber dejado al ciudadano en situación de arreglarse así mismo, se convierta en vehículo para la creación de una interesante era de posmercado. Tim Jackson dice: "Tenemos que crear una economía que apoye nuestro altruismo".  Sin embargo, para empezar habría que no menospreciar la presión, que los mercados y las instituciones que los avalan, son capaces de ejercer para que, después de la crisis, todo siga igual.   

martes, 28 de febrero de 2012

Capital social. Decrecimiento

     En sociología se entiende por capital social la variable que mide la colaboración social entre diferentes grupos de un colectivo humano y el uso individual de las oportunidades surgidas a partir de ello. Se ha estudiado la relación existente entre el capital social de diferentes grupos humanos y la forma cómo esos grupos han superado condiciones adversas:  Condiciones adversas del tipo que sean son superadas mejor por aquello grupos que poseen mayor capital social; el capital social incluso juega un papel más importante que el capital dinerario.  

    Una de las primeras personas en hablar de capital social fue el sociólogo norteamericano, James Samuel Coleman (1926-1995), presidente de la American Sociological Association y muy conocido por su colaboración en el desarrollo de la teoría de la elección pública.   

          Pero quien más ha insistido en las consecuencias para cualquier grupo humano de un descenso de su capital humano. Robert Putman, sociólogo y politólogo estadounidense, nacido en 1941, se ha referido, en varias ocasiones, los consecuencias negativas de que, en un momento determinado, se haya producido en Estados Unidos un descenso en su capital social y haya aumentado el individualismo y el "sálvese quien pueda"; Putman intentaba explicar por qué los estadounidenses son ahora menos felices. Estudios análogos han sido realizados comparando la distinta forma cómo dos regiones de Italia habían hecho frente a una similar condición adeversa.  Existe una fundacion, Social Capital Foundation  (http://www.socialcapital-foundation.org/%20) cuyo objetivo es promocional el capital social y la cohesión social. 

     Los decrecentistas consideran muy bueno el descenso de las horas de trabajo, consecuencia del descenso de la producción, que defienden. Para Serge Latouche el ideal sería pasar a trabajar tres o cuatro horas al día. Por cuestiones de empatía abogan por un reparto equitativo del tiempo de trabajo, es decir, que todos trabajen menos para que todos puedan trabajar (pleno empleo). De esta forma, por una parte, los beneficios derivados de una jornada laboral menor pueden ser disfrutados por todos por igual, y, por otra, se evita el estigma de los parados. La consecuencia más importante de esta disminución de la jornada laboral reside en que, de esta forma, el ser humano tendrá más tiempo para desarrollarse como tal:  más tiempo para la familia, para los amigos y para hacer o participar en lo que realmente le gusta. Todo lo cual supone un aumento de su capital social.

     Aunque, ni mucho menos, se ha llegado a la situación a la que consideran deseable los decrecentistas -se sigue hablando de crecimiento económico, productividad y competitividad, como si fueran los dioses a los que es obligado adorar- las circunstancias -la crisis- ha dado lugar a una espectacular cifra de desempleados, es decir, de personas que tienen mucho tiempo libre. Si creemos, de alguna manera, obligado a ayudar sin recurrir al concepto de caridad -no tiene en cuenta la dignidad humana-  se hace necesario el establecimiento de organizaciones que compense el descenso de capital dinerario con un aumento del capital social. 

     Los  Banco del Tiempo son una de las organizaciones que es capaz de crear una mayor cantidad de capital social, al mismo tiempo que empondera a sus participantes: todas las personas poseen habilidades, conocimientos o son capaces de realizar interesantes servicios.  Es significativo observar el aumento que están experimentando estas organizaciones en todos los países, así como  el gran número de libros y publicacione, dedicados a estas organizaciones, tengan títulos del tipo "Cómo vivir sin empleo".

     ¿Podría constituir la "crisis" un camino para mostrar que la felicidad no está en consumir lo que no necesitamos? Para mostrar que el actual sistema económico-social no es el único, como nos han dicho siempre, que hay alternativas, algunas incluso ya practicadas en otras partes; para mostrar que no solo no es el único, sino que, además, es inhumano, en cuanto no se ajusta a las verdaderas características del ser humano, un ser capaz de pensar -crear- y sentir -empatía; para mostrar que es suicida destruir la Naturaleza, porque es nuestra única vivienda; etc.

jueves, 23 de febrero de 2012

Producto Interior Bruto (PIB)

     El Producto Interior Bruto (PIB) se ha convertido en la brújula encargada de señalar la situación económica de un país. Continuamente los distintos organismos multilaterales, sobre todo el Fondo Monetario Internacional (FMI), informa de su evolución: "...confirma que el PIB español bajó un 0,36% entre octubre y diciembre".  ¿Qué quiere decir eso? ¿Existe alguna relación entre el PIB y el bienestar de la sociedad?

     En su libro La civilización empática. La carrera hacia una conciencia global en un mundo en crisis (2010, Paidós, Barcelona, pág. 539) Jeremy Rifkin dice:

     "El problema del PIB es que únicamente mide el valor total de la suma de bienes y servicios generados durante un periodo de doce meses. Pero no distingue entre aquellas actividades económicas que realmente mejoran la calidad de vida de la sociedad y aquellas negativas, que empeoran dicho estándar. En el PIB se contempla todo tipo de actividades económicas, incluida la construcción de cárceles, la ampliación de los cuerpos policiales, el gasto militar, el gasto que acarrean las tareas de limpieza de la contaminación, los crecientes costes sanitarios resultantes del consumo de tabaco, alcohol y la obesidad, así como la publicidad que tiene por objeto convencer a la gente de que beba o fume más o que ingiera comida rápida procesada y grasienta".

     Así, pues, el PIB de un país aumenta, entre otras cosas, cuanto más cárceles construya, cuando más policías tenga o mayor número de armas fabrique y venda.

     Carmen Alborch, profesora de Derecho Mercantil de la Universidad de Valencia, dedica el último capítulo de su libro Libres. Ciudadanas del mundo, a Marilyn Waring, economista neozelandesa, según la cual "bastaba con aplicar el sentido común para entender que el modelo económico no lo contaba todo ni lo contabilizaba todo".

     "La economista neozelandesa recuerda, por ejemplo, la tragedia del petrolero Exxon Váldez: si este buque se hubiera limitado a cargar el petróleo en Alaska y trasladarlo hasta su puerto de destino, habría sido un viaje relativamente productivo. Pero si se pretende un gran crecimiento", añade Waring, "es una buena idea que choque contra un iceberg. Así comenzará a circular el dinero, como consecuencia de las indemnizaciones de seguros, la construcción de nuevos barcos, se aplicarán grandes sumas para compensar a los pescadores o a la industria turística, etcétera".

     En otro párrafo, Alborch cita los beneficios de la guerra. "Efectivamente, la segunda Guerra de Irak comportó innumerables beneficios: el presidente norteamericano pidió al Congreso 87.000 millones de dólares, de los cuales 67.000 millones se destinaron a gastos militares; se potenció la industria armamentística, que da trabajo a miles de personas y se pudieron vender armas obsoletas a países tercermundistas. [...] "Pero en el PIB no se contabiliza, no entran en el balance, el terror de una niña frente a las bombas o la pierna mutilada de un joven".

     Los occidentales creemos ser los  más más civilizados, pero cosas como el empleo de este parámetro para medir la riqueza de un país pone de manifiesto que no es así. Los butaneses están demostrando mucha más sabiduría, sustituyendo el PIB por el FNB, donde se contabiliza, por ejemplo, el grado de estrés de la población.

martes, 21 de febrero de 2012

Decrecimiento. Antecedentes

     El concepto de decrecimiento nace durante los años 1700, cuando se tomó conciencia de las consecuencias del productivismo de la sociedad industrial, tanto en el sistema capitalista como en el socialista.

      Fue en 1971 cuando Nicolás Georgescu-Roegen (1906-1994), matemático y economista rumano, presentó su obra La ley de la entropía y los procesos económicos, en la que indica el papel de la Segunda Ley de la Termodinámica juega en la economía.

     En 1972 se hace público un informe para el Club de Roma, preparado por importantes personalidades del MIT, una de las principales instituciones universitarias de Estados Unidos. En ese informe se preveía que, de no producirse cambios sustanciales, la calidad de vida media de la humanidad descendería en algún momento del siglo XXI. En aquel momento, no se tomó ninguna importante decisión, quizás porque el final del crecimiento se veía todavía lejano. Veinte años más tarde el Club de Roma pidió  a los autores del primer informe que revisaran la base de datos y la metodología inicial. Los resultados obtenidos fueron recogidos en Más allá de los límites de crecimiento. Según el presidente del Club, se trataba de "despertar las conciencias adormiladas para tomar las decisiones apropiadas a favor del devenir esperanzado del mundo antes de que sea demasiado tarde", porque -como se dice en el prólogo del libro- estamos "convencidos del potencial sin precedentes del saber que la humanidad posee y esperanzados con la capacidad de los hombres de recurrir, en tiempos difíciles, a sus mejores resortes y valores del espíritu".

     Ernst Friedrich Schumacher (1911-1977) fue un intelectual y economista británico de gran influencia a nivel internacional por su propuesta de otro tipo de tecnología. Su obra Lo pequeño es hermoso se encuentra entre los cien libros más influyentes desde la Segunda Guerra Mundial. Fundó la Institución "Intermediate Technologý Development Group" (Grupo de Desarrollo de Tecnologías Intermedias), cuyas actividades aún se pueden encontrar en Internet. En 1974 en el prólogo de ese libro, escribió:  "¿Vamos a seguir aferrándonos a un estilo de vida que crecientemente vacía al mundo y devasta a la naturaleza por medio de un excesivo énfasis en la satisfacciones materiales, o vamos a emplear los poderes creativos de la ciencia y de la tecnología, bajo el control de la sabiduría, en la elaboración de formas de vida que se encuadren dentro de las leyes inalterables del universo y que sean capaces de alentar las más altas aspiraciones de la naturaleza humana?  Éstas son las preguntas que deberían haber ocupado nuestra atención durante décadas en el pasado y que ahora están planteadas muy claramente, por no decir brutalmente. (...) Lo que necesitamos son optimistas que están convencidos de que la catástrofe es ciertamente inevitable salvo que nos acordemos de nosotros mismos, que recordemos quienes somos: una gente peculiar destinada de disfrutar de salud, belleza y permanencia; dotada de enormes dones creativos y capaz de desarrollar un sistema económico tal que la gente esté en el primer lugar y la provisión de mercancías  en el segundo. La provisión de mercancías, sin duda, de cuidará entonces de sí misma".

     Los partidarios del decrecimiento afirman que el actual concepto de crecimiento económico, además de conducir a una catástrofe medioambiental,  se opone a los valores humanos.

sábado, 18 de febrero de 2012

Decrecimiento sostenible

     En palabras de Serge Latouche, economista francés, "la consigna del decrecimiento tiene como meta, sobre todo, insistir fuertemente en abandonar el objetivo del crecimiento por el crecimiento [...]. En todo rigor convendría hablar de acrecimiento tal como hablamos de ateísmo". Por eso también se pueden llamar "objetores del crecimiento" a las personas pertenecientes a este movimiento político, social y económico.

     Los "objetores del crecimiento" opinan que de seguir por el camino del crecimiento iniciado se llegará a una situación de decrecimiento forzado, debido a la falta de recursos. Desde ese punto de vista, argumentan que no se puede pensar en el concepto de decrecimiento como algo negativo: cuando un río se desborda, todos deseamos que decrezca para que las aguas vuelvan a su cauce.

     Por otra parte, a los decrecentistas les preocupa la calidad de vida. Para los decrecentistas la calidad de vida está asociada con la satisfacción de necesidades como la subsistencia, protección, afecto, entendimiento, identidad, libertad, ocio, participación y creación.

     Para los "objetores del crecimiento" la innovación de que tanto hablan nuestros dirigentes focalizándola en la creación de nuevos productos y servicios, preferiblemente, exportables, debe dejar paso a la innovación en el "estilo de vida" para lograr una reducción importante del consumo. Invitan a los "consumidores soldados" de desertar, de dejar de obedecer a la publicidad y la moda y, en su lugar, a participar en otro "estilo de vida" basado en la ayuda mutua, la convivencia, la sociabilidad, es decir, que responda a las verdaderas características del ser humano.

     Como primeros pasos, debido a los problemas de contaminación y efectos sobre el clima a que da lugar el uso de energías fósiles, es importante pasar de la agricultura intensiva a la agricultura ecológica, adoptar medidas para el reciclaje y preservar los bienes ya creados en lugar producir cada vez más.

     Es importante destacar que un decrecimiento sostenible solo se puede llevar a cabo con éxito, si se lleva a cabo de "abajo a arriba" apelando a la responsabilidad de los individuos. Se supone que un cambio de "arriba a abajo" podría conducir a una crisis social que podría en cuestión la democracia y el humanismo. Sin embargo, si bien una "reestructuración ecológica" impuesta puede agravar el problema,  es cierto que si no se cambia de forma radical el paradigma económico sobre el que se basa nuestra civilización, es imposible evitar el cambio climático.

     NOTA. Como complemento me atrevo a aconsejar la lectura de http://pildoras-para-pensar.blogspot.com/2011/10/cambio-de-paradigma.html  en donde , recordando la sustitución del modelo de Tolomeo por el de Copérnico, señalo la necesidad de cambiar el eje alrededor del cual gira nuestro actual sistema económico-social. Más tarde en http://pildoras-para-pensar.blogspot.com/2011/10/propuesta-de-cambio.html recojo la propuesta de sustituir el crecimiento económico (eje actual) por el desarrollo humano. Con bastante antelación, dediqué unas letras a indicar la diferencias más importantes entre crecimiento económico y desarrollo humano, dos conceptos sobre los que he insistido en multitud de ocasiones.

jueves, 16 de febrero de 2012

Decrecimiento

     Frente a la obsesión de nuestros dirigentes por el crecimiento económico, existe una corriente de pensamiento político, económico y social favorable a la disminución de la producción económica, es decir, que se sitúa al margen de la cultura de producir, comprar y vender. Su objetivo es la protección de la naturaleza y de los seres humanos, como parte de ella.

     Quienes pertenecen a este movimiento opinan que no es posible proteger la naturaleza sin reducir la producción económica. Decía Tim Jackson, al mismo tiempo que abogaba llevar a cabo cambios institucionales, que durante años había participado en numerosas negociaciones relacionadas con los recursos naturales y, últimamente, sobre todo con el cambio climático. Jackson señala de qué forma los lobbies industriales indican a los gobiernos que cualquier tipo de normativa supone una pérdida de ingresos y puestos de trabajo, cómo los gobiernos aceptan estos argumentos y de qué manera, al final, la respuesta es siempre la misma: "esto perjudica al crecimiento económico". Ya hemos mencionado de qué forma se ha elevado el crecimiento económico a la categoría de dios, un dios muy cruel.
     A pesar de ser "una persona del sistema",  Jeffrey D. Sachs indica que el capitalismo global "está destruyendo el medio ambiente natural a través del cambio climático y otros tipos de contaminación, mientras que una corriente implacable de propaganda de la industria petrolera hace que mucha gente desconozca esta situación".
     María Novo, utilizando el concepto de "huella ecológica", indica (pág. 79): "Esto significa que si todos los habitantes de la Tierra consumiésemos como lo hace un estadounidense, necesitaríamos al menos tres planetas como el nuestro para obtener recursos energéticos y materiales" (Ya hemos expuesto la opinión al respecto de los optimistas económicos)

     En cuanto a los seres humanos, Jeffrey D. Sachs, en el mismo artículo en el que mencionaba la "destrucción del medio ambiente natural", dice: "La publicidad masiva contribuye a muchas adicciones de consumo [antes se ha referido a la comida basura] que implican grandes costes para la salud pública; entre ellas, un tiempo excesivo frente al televisor, apuestas, consumo de drogas, tabaquismo y alcoholismo". Pero el problema es mucho más profundo de lo que aquí señala Sachs. Los partidarios del decrecimiento afirman que el actual sistema económico-social se opone a los valores humanos: la cultura del producir, comprar y vender responden al modelo de "la elección racional", que considera a las personas como máquinas de calcular, ignorando las verdaderas características de los seres humanos.

     Por otra parte, los que se llaman a sí mismos "decrecientes" afirman que los países del Norte están en deuda con los países del Sur, no solo porque el crecimiento del Norte se debe a un intercambio desigual con el Sur y porque el Norte ha impactado en las condiciones de vida, de salud y de derechos humanos del Sur, sino también porque el modelo de crecimiento del Norte ha destruido culturas y estilos de vida en los países del Sur.

miércoles, 15 de febrero de 2012

El papel del Estado. Calidad de vida

     Ahora que tan preocupados parecen que están nuestros dirigentes con el tema del crecimiento económico, considero pertinente hacer unas preguntas.

     ¿Ese crecimiento económico irá acompañado de mejora social de igual magnitud? En anteriores situaciones, el crecimiento económico nunca ha conducido a un mayor desarrollo humano.

     ¿Sobre qué eje -crecimiento económico o desarrollo humano- debe de girar un sistema económico-social para que sea más justo y humano? 

     Qué es más importante en la vida de las personas,  ¿el crecimiento económico o el desarrollo humano?

     ¿Pueden -o deben- los gobiernos preocuparse por la calidad de vida de sus ciudadanos?

     Las tres primeras preguntas ya han sido contestadas, principalmente en los enlaces que se indican. Para contestar a la tercera pregunta pueden ser útiles los siguientes ejemplos:

     1. Kerala, Estado situado en el sur de India.
     Gracias a sus dirigentes, en Kerala se han conseguido grandes mejoras sociales con muy poco crecimiento económico: los logros sociales han sido mejores que en otros Estados de India, hasta el punto de que la expectativa de vida de hombres y mujeres de Kerala es incluso mayor que la de la población afroamericana de Estados Unidos, y la tasa de alfabetización femenina es mayor de la registrada en todas las provincias de China.
     El profesor del IESE (Universidad de Navarra), Sanjay Peters, ha escrito un libro, En busca del progreso y el equilibrio, en donde recoge los resultados de un trabajo empírico, cuyo objetivo era, por una parte,  conocer de qué forma el Estado de Kerala había conseguido esos resultados y, por otra, cómo podía exportarse esa forma de hacer. Peters destaca el importante papel que puede jugar el Estado a la hora de intentar conseguir mejoras de las condiciones sociales, aún cuando el crecimiento económico sea muy pequeño.

     2. Bután, situado en la región del Himalaya.
     Recientemente, tras una declaración de la Asamblea General de Naciones Unidas, que instó a los países a examinar de qué forma las políticas nacionales pueden promover el bienestar de sus poblaciones, decenas de expertos se reunieron en la capital de Bután, Thimphu, para analizar la experiencia del país, que había decidido perseguir la felicidad nacional bruta (FNB) en lugar del producto interior bruto (PIB).
     Según Jeffrey D. Sachs, uno de los anfitriones junto con el primer ministro de Bután, Jigme Thinley, "el país ha experimentado una estrategia alternativa y holística para el desarrollo que hace hincapié no sólo en el crecimiento económico, sino también en la cultura, la salud mental, la compasión y la comunidad".

     Mientras, los "civilizados" europeos, cuyos gobiernos no gobiernan sino que obedecen, nos encontramos en un vertiginoso descenso del bienestar de los ciudadanos y nos intentan convencer de que solo nos puede salvar el crecimiento económico, propiciado por los mercados.

 NOTA. En http://brujulaeconomica.blogspot.com/2011/02/economia-de-la-felicidad-castells.html se puede encontrar una detallada exposición sobre este tema. Estas señas me han sido enviadas por Ramón M. S. autor de varios blogs, entre ellos, articulosclave.blogspot.com)
 

   

lunes, 13 de febrero de 2012

"El arte de amar"

     El arte de amar es una de las obras más importantes de Erich Fromm, destacado psicoanalista, psicólogo social y filósofo, que vivió entre 1900 y 1980, es decir, falleció antes de que se descubrieran las neuronas espejo. Sin embargo, su enorme intuición y talento le permitió realizar muy interesantes aportaciones acerca de características de la sociedad capitalista.

     Según Gary Olson, El arte de amar es "un virulento ataque a las fuerzas sociales y económicas que nos niegan la experiencia más gratificante de la vida" y que, además, constituye "la única respuesta satisfactoria al problema de la existencia humana" (Un nieto preguntó a su abuelo: "Abuelo, ¿para qué vivimos?  El abuelo contestó: "Para que alguna vez nazca un mundo mejor").

     Dice Olson que, para From, "el entender cómo la sociedad configura nuestros instintos humanos, y por tanto nuestro comportamiento, es a su vez la clave para comprender por qué el ama a tu prójimo, el amor al desconocido, es algo tan difícil de alcanzar en la sociedad moderna".

     "La cultura capitalista global, que premia la acumulación y los beneficios, no solo devalúa la actitud empática, sino que da lugar a un carácter atrofiado en el cual todo se transforma en una mercancía, no solo las cosas, sino los propios individuos". (Véanse los Acuerdos que configuran la Organización Mundial de Comercio, acuerdos que, en palabras del sociólogo José Vidal-Beneyto, provocan en la sociedad una peligrosa enfermedad: la gangrena).

     "La misma capacidad de practicar la empatía (el amor) se subordina a nuestra religión de estado del mercado, en el cual cada persona busca su beneficio en una competencia alienante e interminable, ávida de mercancías".

     "Toda persona honesta sabe que las características principales de la sociedad capitalista tiende a producir individuos alineados de sí mismos, personalidades tullidas a quienes se les ha robado la humanidad, y que están en una lucha perpetua por expresar el amor empático. No es de extrañar que Fromm creyera que se necesitan cambios radicales en nuestra estructura social e instituciones económicas si la empatía/el amor ha de ser más que un extraño logro individual y un fenómeno socialmente marginal. Él comprendió que esto solo será posible cuando el sistema económico esté al servicio de los hombres y mujeres, y no al contrario, es decir, hasta que tenga un cambio de paradigma

     Erich Fromm dedicó otro libro al tema de la "posesión": Del tener al ser. Refiriéndose a este libro, Jeremy Rifkin, en La civilización empática. La carrera hacia una conciencia global en un mundo en crisis (Paidós, Barcelona, 2010, pág. 349) escribe: "A medida que vamos rodeándonos de posesiones, éstas nos definen y perdemos el contacto con nuestro auténtico yo, que se ve disminuido"
 

domingo, 12 de febrero de 2012

Neuronas espejo



     "El hombre llegará a ser mejor si se le muestra como es"

                        Steven Pinker
                  Psicolingüista de Harvard

sábado, 11 de febrero de 2012

De las neuronas espejo a la neuropolítica moral

     En relación con el tema de la naturaleza empática de los seres humanos ha recogido varias veces la unánime opinión de que solo podremos sobrevivir si ampliamos nuestra empatía hasta incluir a todos los seres humanos. A ese respecto, recordé a Charles Darwin, indiqué el papel que la empatía había jugado en la historia de la humanidad y lamenté el retroceso que, en la actualidad, está experimentando el proceso de humanización.

     Después de un breve paréntesis, dedicado, en gran parte, a los "modelos" sociológicos de "elección racional" y de "elección pública", (este último liderado por Elinor Ostrom) retomé el tema de la empatía mencionando la existencia de un impresionante cuerpo de pruebas que, por una parte, revelan que los seres humanos somos empáticos por naturaleza y, por otra, que nuestra empatía precede a la evolución de la cultura. Esta último significa que la cultura puede obstaculizar que florezca nuestra característica de seres empáticos.

     El conocimiento de que la empatía preceda al lenguaje y la cultura, me llevó al análisis de algunas de las características propias de la cultura occidental y a señalar  la insatisfacción, infelicidad, a que conduce una cultura que ignora un aspecto importante de nuestra naturaleza humana, la empatía.

     Como, según los expertos, la cultura no es inmune a los cambios, llegué a la conclusión -otros habían llegado antes que yo- que son necesarios cambios en nuestra cultura y mencioné el propósito de algunas personas llevar a cabo esas modificaciones a través de la realización de algunos cambios institucionales.

     Ahora, para completar todo lo anterior, me parece importante presentar algunas notas extraídas de un artículo, De las neuronas espejo a la neuropolítica moral (Gary Olson, Polis, vol. 7, nº 20, 2008, págs. 313-334), que se puede consultar en http://pildoras-para-pensar.blogspot.com/2012/02/cambios-institucionales.html.

     En este artículo, Gary Olson intenta explicar por qué, después de que nuestra comprensión de la empatía ha aumentado dramáticamente en apenas una década, no hemos sido capaces de producir un mundo más pacífico y seguimos en un mundo colmado de violencia abierta y estructural. Llega a la conclusión de que desde pequeños se nos educa y entretiene para evitar que nos enteremos, o que entendamos, el dolor de los demás. La exposición a determinadas nuevas verdades acerca de la empatía (pruebas incuestionables de nuestra naturaleza moral innata) supone una amenaza directa a los intereses de las élites.

     No hay ningún fantasma en la máquina, pero la maquinaria capitalista intenta mantener a la gente a raya con un fantasma ideológico, la noción de una identidad construida sobre los valores de mercado. Pero, dice Olson, igual que Pinker:  "... si nadie se viera a sí mismo como el capitalismo necesita que se vea, la propia dignidad de cada persona evitaría que el sistema los explotara y manipulara.

     Seguiré hablando de la forma cómo la cultura capitalista bloquea de forma intencionada cualquier cosa que ella considera un ataque al sistema.


jueves, 9 de febrero de 2012

Cambios institucionales

   Prosperidad sin crecimiento (Ecaria Ed. /Intermón Oxfam) es un libro que nació como un informe encargado a su autor, Tim Jacksom, por un ente asesor del gobierno británico. Cuando fue publicado, en septiembre de 2009, no apareció en ningún medio y fue ninguneado por el mismo Gobierno que lo había encargado. A pesar de la reticencia inicial de la clase política, funcionó el boca oreja, el informe fue ganado lectores entre economistas, académicos, activistas medioambientales y, finalmente, ciudadanos de a pié que buscaban una respuesta a la crisis mundial. Dos años más tarde se sigue hablando de él.

    Lamento no haber tenido tiempo para hacerme con el libro.  Intermón Oxfam ofrece un video en el que Tim Jackson explica su teoría. Tim Jackson señala la importancia de crear una economía que refleje nuestra naturaleza social, que apoye nuestro altruismo. Indica que "no es una idea bonita, optimista y de naturaleza filosófica", que es una idea que se puede aplicar a las instituciones económicas. Hay que "construir dice- instituciones económicas que en vez de incentivar comportamientos egoístas, incentiven comportamientos sociales de ayuda mutua", es decir, construir instituciones que se apoyen en la consideración de las personas  como indica la teoría de la elección pública, y no como sostiene la teoría de elección racional, puesto que la primera nos considera como seres humanos completos y la segunda como solo máquinas de calcular.

     Lo anterior supone modificar nuestras actuales normas culturales. Luis Rojas Marcos, profesor de Psiquiatría en la New York University, dice, en su libro Las semillas de la violencia (Premio Espasa Ensayo, 1995):

     "La cultura se refleja en lo que decimos y hacemos y en las cosas que nos rodean, en los símbolos que usamos, en los estereotipos que creamos y los prejuicios que albergamos, en los modelos de relaciones, en nuestros intereses y prioridades"

     Y añade:

    "Las normas culturales son resistentes, pero no son inmunes al cambio. En el proceso de ser transmitidas de generación en generación, evolucionan, se moldean y se adaptan a las nuevas necesidades y exigencias de los hombres y mujeres de cada época".

     Sin duda, estamos en una de esas épocas en la que "nuevas necesidades y exigencias", nos empujan, nos apremian a un cambio.

martes, 7 de febrero de 2012

Cultura del producir, comprar y vender

      María Novo, directora de la Cátedra UNESCO de Educación Ambiental y Desarrollo Sostenible de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) en España, en su libro El desarrollo sostenible. Su dimensión ambiental y educativa, capítulo 1: "De dónde venimos: la herencia de la Modernidad", pasa revista a lo que llama "luces y sombras del mundo moderno": describe dónde reside el origen del "reduccionismo y mecanismos como visiones generales del mundo", en otras palabras, dónde se encuentran las raíces del "modelo" de elección racional, a lo que es lo mismo las raíces de la cultura occidental, una cultura sólo preocupada por producir, comprar y vender, en la que las personas carecen de cualquier tipo de proyecto vital que no sea vivir para consumir.

     No pretendo, ni mucho menos, realizar un estudio histórico, pero sí indicar algunas características de esa cultura, nuestra cultura. Es una cultura que se considera a sí misma la única verdadera, de aquí su necesidad de imponerse por toda la faz de la Tierra y una cultura tremendamente depredadora. Aunque sabe que tiene una falta de recursos y un exceso de contaminación, confía (optimistas económicos) que encontrará; por ahora no sabe ni cómo ni cuándo encontrará una solución a estos problemas.

     Como he señalado, en una cultura de consumo: la pulsión de comprar, estimulada por la publicidad, el marketing y los estímulos sociales, se convierte para muchas personas en un sucedáneo de la felicidad. "La cuestión es peligrosa. Desde luego interesa a la economía de mercado, pero, en la misma medida, se convierte en una forma de dar sentido a la vida que resulta engañosa y además nunca llega a alcanzar la plena satisfacción". (Son palabras de María Novo)

     Jeffrey D. Sachs, profesor de Economía y director del Earth Institute de la Universidad de Columbia, en una colaboración periodística  titulada "La economía de la felicidad, ha escrito:

     "Vivimos en un época de vértigo. A pesar de la riqueza total sin precedentes del mundo, existe una gran inseguridad, un gran malestar y una gran insatisfacción. En  EE. UU., una amplia mayoría de los ciudadanos creen que el país está en el camino equivocado. El pesimismo se ha disparado. Lo mismo es válido en muchos otros lugares.
      Frente a este contexto, ha llegado la hora de volver a considerar los motivos básicos de la felicidad en nuestra vida económica. La búsqueda implacable de mayores ingresos está conduciendo a una desigualdad y a una ansiedad sin precedentes, y no a una mayor felicidad y satisfacción en la vida. El progreso económico es importante y puede mejorar marcadamente la calidad de vida, pero sólo si es un objetivo que se persigue junto a otros".

     Estudiosos de variadas áreas de conocimiento señalan que el origen de este problema reside en que nuestra cultura ignora importantes aspectos de nuestra naturaleza como seres humanos: se limita a vernos como "máquinas de calcular".

     Aunque, en ocasiones, no es fácil ni automático. la cultura puede cambiar. Steven Pinker, psicolingüista de Harvard, en un artículo sobre ciencia de la moralidad (2008), dice: "El hombre llegará a ser mejor si se le muestra como es".  Por mi parte, me atrevo a decir, "y llegará a ser más feliz".