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martes, 27 de noviembre de 2012

El declive de la violencia

     Steven Arthur Pinker, psicólogo experimental, científico cognitivo, lingüista, profesor en el Departamento de Psicología de la Universidad de Harvard, es autor de un libro, Los ángeles que llevamos dentro. El declive de la violencia y sus implicaciones (Paidós, 2012), que está teniendo un gran éxito. Me parece interesante comentar algunas cosas que he leído en una entrevista realizada con ocasión de la publicación de este su último libro.

     Una de las primeras preguntas del periodista es si "tendemos o no los seres humanos de una manera innata a la violencia". Pinker afirma que las estadísticas nos permiten "documentar un descenso vertiginoso en el número de homicidios desde la Edad Media hasta nuestros días". (Este profesor sometió a un adecuado análisis estadístico un ingente volumen de datos aportados por investigadores que trabajaban en distintas ramas del saber). "Se han abolido una enorme cantidad de prácticas bárbaras".

     Pinker señala que "la explotación, la venganza y sobre todo la ideología son los factores decisivos para la aparición de conductas violentas".  Según el diccionario de la RAE, un ideólogo es "una persona que entregada a una ideología desatiende la realidad"; e ideología es el "conjunto de ideas fundamentales, que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso o político".

     Puesto que nuestros actuales representantes políticos están obedeciendo a una ideología, la ideología del libre mercado, que gira alrededor del crecimiento económico, ignorando que ello conduce a la pobreza a un gran número de personas; personas sin posibilidad de disfrutar se sus potencialidades como seres humanos, porque se les priva, no solo de alimentos, sino también de adecuados servicios de educación y sanidad, no es de extrañar que a la pregunta  "quién garantiza  que  el proceso de disminución de los niveles de violencia no experimentará un cambio, volviéndose a producir una escalada?", este profesor, muy diplomáticamente, señale que "no se puede garantizar una cosa así, aunque todo depende de la clase de violencia de que se trate". Hay muchas maneras de practicar la esclavitud.

     Sin duda, como, en otro momento, Pinker indica que será "nuestra capacidad de concebir nuevas ideas acerca de cómo organizar nuestras vidas" la que puede evitar cualquier tipo de retroceso. Pinker defiende la idea de que "la evolución es responsable del diseño del cerebro, así como de los mecanismos que rigen el comportamiento de nuestras facultades cognitivas y emocionales". "Creo que estamos dotados de un aparato cognitivo abierto". No es la primera vez que se señala que el ser humano es un ser autoperfectible.

    Un periodista y escritor que ha cursado estudios de Teología, Filosofía, Psicología y Filología Comparada, Juan Arias, escribe en uno de sus libros, Proyecto esperanza. Motivos para amar nuestro tiempo (Aguilar, 2007): "ese impulso del ser humano inteligente hacia una mejoría de la especie y, por tanto, hacia una civilización perfeccionada, es asombrosamente poderoso" y surge "cuando la Humanidad se encuentra ante un peligro o una tentación de retroceso" (pág. 22). Todos somos capaces, como miembros de la especie humana, de pensar y actuar. El ser humano es el único capaz vivo de predecir y cuantificar el riesgo. Es muy triste y nada gratificante, haber nacido hombre o mujer y vivir como un animal sin conciencia.

3 comentarios:

J. Felipe dijo...

Francamente interesante Juliana.

No se puede poner en duda que el número de acciones violentas entre los seres humanos ha ido decayendo a lo largo del tiempo. Otra cosa es la capacidad destructiva en cada caso. Una bomba nuclear constituye un solo acto violento pero puede llevarse por delante a millones de personas.

Pero no, no creo que vaya por esos derroteros el artículo ni esa es la intención de este comentario. Creo que hoy se esta ejerciendo un nuevo -o quizá no tanto-, tipo de violencia que no es otro que el fomento, a traves de las políticas que se vienen haciendo desde hace unos años, de la pérdida de todos los beneficios, traducidos en derechos, adquiridos por la sociedad.

En el mundo desarrollado la destrucción sistemática de los servicios públicos y con ello el desmantelamiento del Estado del Bienestar y en el mundo subdesarrollado un creciente modelo de expolio aún a costa de la vida de centenares de miles de personas, es un nuevo modelo de violencia que se ejerce, dirige y dirime, en un cómodo despacho, a la sombra de la especulación más salvaje y una avaricia y codicia sin límites.

Inadmisible a todas luces pero hay que se consciente de esto, de sus orígenes, sus causas, sus repercusiones y sus consecuencias futuras.

Un saludo.

Óscar Gartei dijo...

Ya decía un gran artista de la Edad Media que el ser humano, en el futuro, ni siquiera se alimentaría de los animales, que se volvería vegetariano. La idea, aunque puede parecernos precipitada, viene a entroncar con esa evolución continua y progresiva que nos lleva a ser menos violentos, menos egoístas. Esa es la tendencia de la sociedad en general, pero no la de los líderes que nos gobiernan. De ahí que se ataquen los servicios básicos y se busque enfurecer a la población, porque una marea de salvajes es mucho más fácil de manejar que un grupo de personas racionales y autocríticas.

Un saludo.

Juliana Luisa dijo...

Creo que el ser humano es ahora menos violento que lo ha sido en épocas anteriores: por ejemplo,ahora, aunque sea prácticada en algunos casos, nos repele la práctica de la esclavitud, que hace unos años era aceptada por casi todos. Pero, desde hace unos años, se ha empezado a practicar otro tipo de violencia, que me atrevería a decir que es continuación del colonialismo: la guerra económica, que por distintas circunstancias ha pasado desapercibida por la mayor parte de los ciudadanos, precisamente, de los ciudadanos de los países que la practicaban, y que, por azares de la vida -no exactamente- ha llegado a nosotros.

En líneas generales estoy de acuerdo con vuestras precisiones.

Un saludo