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miércoles, 5 de diciembre de 2012

Naturaleza humana. Humanización

     En relación con la evolución de la especie humana se distinguen dos procesos: el proceso de "homonización" y el de "humanización". El primero, homonización, se refiere al conjunto de cambios que sufrieron nuestros antepasados, los primeros homínidos, al pasar desde una fisonomía  parecida a la de los simios hasta el estado actual: cambios en la cara y los dientes, tamaño del cerebro, caminar con dos pies, adquisición del lenguaje articulado,....  Mientras que, por otra parte, el proceso de humanización  está relacionado con la serie de logros fundamentales relacionados con la dignidad del ser humano, es decir, se refiere a la forma cómo los seres humanos han ido poniendo de manifiesto, claramente, su "humanidad".  Es así como se habla de "naturaleza humana" o "esencia humana".

     Entre estos dos procesos existe una importante diferencia. Mientras que el ser humano crece orgánicamente hasta cierto punto, después del cual deja de crecer; puede estar creciendo, sin restricciones hasta que se muera, en sus potencias o facultades espirituales.  La humanización de la especie humana es un proceso irrestrictivo. No existe una especie superior a la especie humana -a no ser que se acepte la existencia de los ángeles-: la evolución se detiene en el ser humano, homo sapiens.

     A principios de la segunda mitad del siglo XX, el filósofo, además de paleontólogo y miembro de la Orden Jesuita, Teilhard de Chardin, autor de El factor humano, al defender la teoría de la humanización del hombre, indicó que era de "lenta  y difícil elaboración a través del tiempo".

     En esa lenta elaboración a través del tiempo, el proceso de humanización ha experimentado importantes avances e inesperados retrocesos.  Numerosas personas, preocupadas por este tema, señalan que la crisis actual, además de económica y ecológica, es una crisis de valores, señalando, con esto último, la pérdida de humanidad que se ha experimentado en los últimos años.

     En relación con la pérdida de humanidad protagonizada por los organismos multilaterales que rigen el actual sistema económico, debo recoger aquí algo que se puede leer en el libro de la politóloga francesa Susan George, Pongamos a la OMC en su sitio (2002, Icaria Ed., Barcelona, págs. 38-39). Susan George indica  que en más de una ocasión "la subcomisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas ha reaccionado oficialmente ante el Director de la OMC para recordarle la primacía de los derechos humanos sobre las políticas y programas económicos", pero que "el Director de la OMC no consideró oportuno atender ninguna de esas recomendaciones".  La OMC  siempre ha obrado -y sigue obrando- como si nunca se hubieran firmado la Convención contra la Esclavitud, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Convención sobre los Derechos del Niño, todas ellas manifestaciones del proceso de humanización del ser humano.  De aquí que en múltiples ocasiones se haya calificado de inhumano el vigente sistema económico-social.

     Frente a esta situación, es obligado recordar la anécdota -real, aunque no recuerde en estos momentos quienes fueron sus protagonistas- del abuelo y el nieto.  Preguntó el nieto a su abuelo: "¿Para qué nacemos?"  El abuelo contestó: "Para que el mundo sea cada vez mejor".  Sin duda quería decir: "cada vez más humano".

5 comentarios:

Lorenzo Garrido dijo...

Ideas como estas

"No existe una especie superior a la especie humana -a no ser que se acepte la existencia de los ángeles-: la evolución se detiene en el ser humano, homo sapiens"

me parecen propias del antropocentrismo que nos domina. Eso es lo que tiene que cambiar realmente, el hombre no es superior en nada a ninguna otra especie. No es inferior, pero tampoco superior. Y creer que somos lo último de la evolución, el no va más evolutivo es un disparate como la copa de un pino. Mientras no nos metamos en la cabeza que no somos diferentes al resto, no mejoraremos nada, seguiremos siendo estúpidos, egoístas, soberbios y, peor aún, criminales.

J. Felipe dijo...

Efecrtivamente que estamos, ante una crisis sistémica, es decir de todos los órdenes del modelo de vida y sociedad humanos, es decir ante una pérdida absoluta de valores. De no haber sido así no estaríamos ante una crisis económica de este calado puesto que no ha sido desencadenada por ningún fenómeno anómalo -escasez de recursos, conflicto bélico, etc.-.

La vanidad, el egoísmo, la avaricia y la codicia que tanto calado han tenido siempre en buena parte de los seres humanos, se ha sobredimensionado hasta límites nunca conocidos con el extraordinario desarrollo de las grandes multinacionales y el poderoso entramado de las entidades financieras.

Un saludo.

Juliana Luisa dijo...

Estimado Lorenzo, no me ha debido expresar bien, pues no he querido decir que el hombre sea el "rey de la creación": he querido decir que la especie humana posee unas características que le diferencian de otras especies animales, por ejemplo, es capaz de pensar y crear, es capaz de estimar las consecuencias de sus acciones y sentirse culpable de algunas de ellas.
Si no creemos que el ser humano puede ser cada vez un poco más humano, en el sentido más amplio y corriente, ¿para qué preocuparse? ¿para qué dialogar sobre posibles soluciones a los problemas? Es una pérdida de tiempo. Estamos sentenciados a ser una de las próximas especies que desaparecerán. La vida en la Tierra seguirá sin nosotros: no es un problema. Por amor a nuestro nietos e hijos de nuestros nietos esperemos que la agonía no sea demasiado larga o traumática.

Más de acuerdo estoy con Felipe: estamos en un momento muy malo. El sistema económico-social ha sobredimensionado parte (la más indeseable y perjudicial)de las características del ser humano. En una revista de un pequeño pueblo de Castilla, en uno de sus actículos, su autor exponía su queja. Cuando era quizá un niño, el pueblo estaba más unido, por ejemplo, todos colaboraron en el arreglo de sus calles, a pesar de que, entre ellos, sin duda había algunos egoístas, vanidosos, codiciosos o avariciosos; mientras que ahora era muy poco probable tal colaboración, porque los jóvenes solo pensaban en "ganar dinero". ¿No significa eso un cambio de cultura y educación?

Muchas gracias a los dos, porque vuestros comentarios me permiten aclarar algunas opiniones incorrectas o expresadas de forma confusa.

Un saludo

Lorenzo Garrido dijo...

En esto es en lo que estoy en desacuerdo:

"he querido decir que la especie humana posee unas características que le diferencian de otras especies animales, por ejemplo, es capaz de pensar y crear, es capaz de estimar las consecuencias de sus acciones y sentirse culpable de algunas de ellas"

Por el contrario, opino que no nos diferenciamos en nada de las demás especies. Otros animales, aparte nosotros, son capaces de pensar y crear, además de estimar las consecuencias de sus acciones e, incluso, sentirse culpable por ellas.

Ejemplos, todos ellos visto en documentales:

--las termitas crean de la nada auténticas construcciones, castillos supercomplejos, con sistema de ventilación incluida.

--He visto a un zorro ártico capturar un pez y enterrarlo para comérselo en otro momento. ¿No es eso prever las consecuencias de sus actos? ¿NO es eso pensar? No me digas que actúa por instinto porque no cuela.

--Por último, he visto a un grupo de marsupiales donde había un bebé enfermo, no podía seguir el ritmo de los mayores. Su madre se quedaba con él un momento, avanzaba, retrocedía, animaba a su cría a marchar. Hasta que por fin se dio por vencida y para salvar su vida tuvo que abandonar a su bebé. ¿No es eso arrepentirse, entrar en conflicto y tener que tomar una decisión, la menos mala?

Para mí por lo menos cada vez está más claro: NO SOMOS EN NADA DIFERENTES AL RESTO DE SERES VIVOS.

Juliana Luisa dijo...

No tengo conocimientos suficientes para darte o no la razón, lo que puedo decir es que la teoría de la humanización no me la he inventado y que las personas que la defienden dan argumentos que, de momento, me han convencido. Me parece indiscutible el hecho de que haya prácticas que en un momento determinado parecían aceptables y que ahora nadie aceptaría: un solo ejemplo, la esclavitud; aunque eso no quiere decir que todavia no hay (las hay) personas que la practiquen.
Tendremos ocasión de seguir hablando de ello.