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viernes, 29 de marzo de 2013

El conocimiento ¿mercancia o bien común de la Humanidad?

     Por conocimiento se entiende toda la comprensión obtenida a través del estudio o la experiencia de todos los seres humanos. Es consecuencia de la insaciable curiosidad y la capacidad de pensar que caracteriza a la especie humana. No pertenece a nadie y todos pueden contribuir a su crecimiento. En este sentido, es celebre la frase: "Si he visto más lejos es porque estoy sentado a hombros de gigantes", atribuida a Isaac Newton.

     El conocimiento tiene una serie de características que lo convierten en un bien común que se debería mantener en la esfera de los público para el disfrute de generaciones futuras; es un bien que, a diferencia de los recursos naturales, es inmaterial, inagotable y no excluyente, pues puede ser usado por muchas personas sin que se agote o se resienta su calidad. Goethe (1749-1832) dijo; "El arte y la ciencia, como todos los sublimes bienes del espíritu, pertenecen al mundo entero".

     Sin embargo, el vigente sistema económico, a través del Acuerdo sobre los Derechos de Propiedad Intelectual (ADPIC) de la Organización Mundial de Comercio (OMC), ha convertido el conocimiento en una mercancía que, como tal, por una parte, proporciona grandes ganancias económicas a aquellos (grandes empresas) que trafican con él y, por otra, hace que solo sea accesible para aquellos que tengan dinero.

     Esta mercantilización del conocimiento ha convertido a la ciencia en lo que la técnica ha sido siempre la técnica, es decir, en una parte indispensable de la economía. La interacción entre ciencia y técnica es, ahora, tan fuerte y penetrante que incluso se ha acuñado un nuevo término, "tecnociencia", protagonizada por grandes empresas multinacionales.

     Este proceso es realmente mucho más peligroso de lo que parece. Su peligrosidad se debe, por un lado,  a que conduce a una falta de circulación de conocimientos que dificulta el avance científico, y, por otro,  a que sus aplicaciones técnicas no se dirigen a aquellas cosas que pueden mejorar la vida del ser humano, sino a aquellas que las empresas consideran que, con una adecuada propaganda, pueden proporcionar mayores ganancias. Un ejemplo muy sencillo: en un momento en que tenemos graves problemas ecológicos, se ha empezado a practicar la obsolescencia programada.

     No es de extrañar el nacimiento de colectivos que están trabajando para que el conocimiento recupere su carácter de bien común. Hace unos años, el sociólogo José Vidal-Beneyto escribió: "Hoy dominados por (...) la agresividad de las multinacionales, es fundamental que creemos sistemas de implementación y gestión que den cuerpo de realidad a esos bienes comunes capaces de responder a la satisfacción de las necesidades humanas básicas".

martes, 26 de marzo de 2013

Bienes comunes de la Humanidad

      "Bienes comunes de la Humanidad" es el título de una entrada publicada, en este blog, en junio de 2011. En esa entrada, se indicaba, de la mano del sociólogo José Vidal-Beneyto, que se entiende por bienes comunes de la Humanidad -unos materiales y otros inmateriales- y las consecuencias de la utilización de esos bienes por empresas multinacionales como si fueran suyos. "La manera más útil de entender los comunes, propone el Tomales Bay Institute, es pensarlos como la suma de todo lo que heredamos en conjunto y debemos transmitir, sin merma, a nuestros herederos". "Son nuestra herencia colectiva, nos pertenecen a todas y todos", dice Silke Helfrich, socióloga alemana. "Los bienes comunes son las redes de la vida que nos sustentan. Son o nos proporcionan los medios para alimentarnos, comunicarnos, educarnos y transportarnos; hasta absorben nuestros desechos".

    El concepto de bienes comunes, explican los especialistas del Instituto asociado a la defensa de estos bienes en Estados Unidos, son algo tan antiguo como la Tierra: se remonta a muchos cientos de años. Tan solo dos ejemplos, no los más antiguos: 1) el emperador Justiniano, que gobernó Bizancio del año 521 al 563 de nuestra era, estableció en el llamado Código Justiniano (del año 535, una de las más importantes recopilaciones sobre leyes en el mundo occidental) que por ley de la naturaleza "estas cosas son comunes a la humanidad: el aire, el agua corriente, el mar y, por tanto, la orilla del mar; 2) los "res comunes" fue uno de los tres tipos de propiedad en Roma antigua.

     Entre los bienes comunes de naturaleza material, en la actualidad,  tienen una especial importancia el aire (la atmósfera) y el agua, cantados por Pablo Neruda en su Oda al aire, sobre todo el agua, dada la escasez de agua para beber y dado que nadie puede vivir sin beber. Ello sin olvidar, por ejemplo, los océanos, los lagos, los bosques, las semillas,...

     Desde distintos puntos de vista muchos especialistas han analizado la influencia que, sobre el cuidado y conservación de los bienes comunes, tiene el tipo de gestión: privado, gubernamental o comunitario. Las instituciones, que constituyen el pilar del actual sistema económico, son partidarias de una gestión privada y, en consecuencia, cuando un bien común es escaso, como es el caso del agua potable, sostienen que la solución es poner un precio. A ello se debe el fracaso del VI Foro Mundial del Agua. Para beber uno tiene que tener dinero.

     Puesto que las empresas utilizan estos bienes como si fueran suyos (externalidades), se ha pensado que la solución estaría en una gestión por el gobierno mediante la promulgación de adecuadas leyes. Sin embargo, en la práctica, esta solución es imposible de llevar a cabo, por una parte, por la presión que sobre los gobiernos ejercen los correspondientes lobbies además de que las empresas están dispuestas a pagar multas  mientras que éstas no afecten sustancialmente a las ganancias, y, por otra, por la competitividad asociada al objetivo de todos los gobiernos de aumentar el Producto Interior Bruto (PIB).

     No es extraño que, en los últimos años, el concepto de bien común haya cobrado fuerza: el proceso de apropiación privada se ha desbocado, ha avanzado sin control de ningún tipo y está amenazando la propia supervivencia del ser humano.  La Asociación Internacional para el Estudio de los Bienes Comunes, fundada en 1989 como Asociación Internacional para el Estudio de la Propiedad Común (IASCP, en inglés) es una Asociación no lucrativa dedicada a la comprensión y el mejoramoento de instituciones para el manejo de los recursos que comunidades de países desarrollados o en desarrollo poseen o usan (o podrían poseer o usar) de manera colectiva www.iasep.org.

     De todas formas los bienes comunes son muchos y de muy divesas características (materiales e inmateriales, agotables y no agotables, etc) y cada uno requiere un tipo de gestión. En todos los casos, se hace necesario un cambio de mentalidad del ciudadano acorde con los resultados de la neurociencia

     NOTA. Puede ser útil leer Una alternativa económica al capitalismo expoliador de libre mercado del blog "Jaque al neoliberalismo".   

viernes, 22 de marzo de 2013

¡Qué vida tan triste!

     En un principio el título de esta entrada iba a ser "Vida de perros", pero pronto me he dado cuenta de que, dentro del actual sistema económico-social, la vida del ciudadano normal es mucho peor que la que llevan, en ese mismo sistema, los perros. Veamos.

     Primero está, tanto para los ciudadanos como para los perros, la fase o etapa de domesticación. En esa etapa, se forma al ciudadano para que sea útil para elevar el crecimiento económico de su país: un ministro de Educación aconsejaba a los jóvenes a ser prácticos y no estudiar aquello que les gustaba. En esa fase, a los perros se les enseña a utilizar sus potencialidades como especie, por ejemplo, su excelente olfato. ¿Por qué al ciudadano no se le enseña a pensar crítica y creativamente, es decir, en palabras de Eduard Carbonell, no se le enseña, por lo menos, a "adquirir conciencia de especie".

     Terminada esta etapa de la vida, el ciudadano iniciará otra como trabajador. Pero para contribuir al crecimiento económico de su país hay que ser competitivos y la competitividad supone una disminución de los gastos laborales y medioambientales. Como decía un presidente de la CEOE (Confederación Española de Organizaciones Empresariales), "hay que trabajar más y ganar menos". Es decir, ese ciudadano no tendrá tiempo para la familia, dialogar con sus hijos y/o hijas, hacer labores de voluntariado, para realizar actividades creativas o que sirvan para aumentar el capital social del entorno en que vive.

     De todas formas, como siempre habrá algún rato libre, el sistema ha previsto qué puede hacer: cumplir las obligaciones como "fan" de un equipo de fútbol o de cualquier deporte o puede comprar cosas que no necesita -hay que potenciar el consumo, indica el actual sistema económico- sobre todo de artefactos creados gracias a las TIC (Técnicas de Información y Comunicación). En todos los casos, el ciudadano es un agente pasivo y,  en relación con la última actividad -compra de artefactos tecnológicos- Einstein dijo que temía el día en que la tecnología sobrepasase nuestra humanidad, porque, en ese momento, el mundo solo tendría una generación de idiotas.

     Y llega la última etapa: la jubilación. A pesar del deteriora que, con la edad, empieza a sufrir nuestro cuerpo, tendremos tiempo para hacer lo que queramos, el Estado se encargará de nuestro sustento a través del sistema de pensiones. Pero ¿qué hacer si solo nos han enseñado a trabajar y consumir?  Nos dedicaremos a pasear, a jugar a las cartas, quizás podamos apuntarnos a esos viajes que organizan nuestros dirigentes, pensando no en nosotros, sino en el sector hotelero,...

     Sin embargo, ha surgido un problema: hay muchos jubilados y pocos trabajadores que coticen en la Seguridad Social, que es en dónde el Estado saca el dinero para las pensiones.  ¿Qué hacer? Se pueden hacer muchas cosas, pero la empatía, la solidaridad, la inteligencia y la sabiduría son incompatibles con un sistema económico que solo sabe atender a la evolución del Producto Interior Bruto (PIB), y, únicamente, ha pensado en aumentar la edad de jubilación, reducir el valor de las pensiones y/o hacer que el jubilado siga trabajando para completar la pensión.

     Es cierto que no es así para todos los ciudadanos, pero nadie puede negar que lo es para una amplia mayoría. Hay que demostrar que el ser humano es muy difícil domesticar. Como dijo Erich Fromm,  es necesario y posible cambiar, es decir, humanizar la sociedad tecnológica.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Una aberración económica

     "Una aberración económica" es el título de un artículo escrito por José Carlos Díaz, profesor de Economía de ESADE. "En rescate a Chipre confirma que no hay indicios de vida inteligente en Europa". Por mi parte diría que no sólo no hay indicios de vida inteligente, sino tampoco de solidaridad o empatía, es decir, que hay indicios de que gran parte de las élites europeas, los integrantes del FMI y del BCE no pertenecen al género humano.

     Primer mandamiento de la doctrina del sistema económico que abrazan esos integristas del mercado: El sector financiero es intocable y cuando, en busca de mayores ganancias, caiga en algún "agujero" del tipo que sea, debe ser rescatado por los ciudadanos, preferiblemente, por aquellos que nada saben de finanzas"

     Siguiendo ese mandamiento, en el caso de Chipre, se ha decidido empezar a quitar a los ciudadanos parte de sus ahorros. Dicho así hay que reconocer que impresiona mucho, pero la realidad es que, desde el inicio de la crisis, aunque de forma indirecta, somos los ciudadanos los que estamos pagando ese rescate mediante un cuidadoso programa de ajuste: privatización de servicios esenciales (derechos humanos), salarios más bajos, recortes de las pensiones, preferentes, desahucios, etcétera, etcétera.

     Lo anterior no quiere decir que envidie la suerte de los chipriotas; no los envidio porque, a tenor de las noticias que me han llegado, el dinero robado de sus ahorros no es suficiente: será necesario aplicar el programa de ajuste, cuyas consecuencias todos conocemos. En definitiva, tanto en un caso como en otro, transferencia de riqueza desde los ciudadanos (sobre todo, los que poseen menor poder adquisitivo: los ricos son intocables) hacia el sector financiero, para que salga del "agujero", y pueda seguir robando.

     Hasta tal punto la situación carece del más mínimo atisbo de humanidad que a las élites de nuestro sistema económico ni se les ha pasado por la cabeza prohibir los paraísos fiscales o aplicar la tasa Tobin a algunas transacciones financieras, a pesar de que conocen perfectamente los daños que unos -paraísos fiscales- y otras -transacciones financieras- están causando.

     Si de algo puede servir esta crisis -que no es la primera, ni, de seguir así, será la última- es para poner de manifiesto las características de un sistema económico que tantas cosas prometía. A estas alturas de la película, extraña que haya ciudadanos que crean que la solución vendrá del mismo sistema económico.

     Actualmente, el único problema real para e poder es la rebelión de la gente, aunque al sistema le es muy fácil hacer oídos sordos y, en algún caso, aplicar la fuerza. Sin embargo, además de la rebelión, los ciudadanos tenemos otras armas. Un muy importante, es cambiar el sistema político que se dice "democrático", pero que, frente a la presión de los mercados, no ha sabido o querido salir en defensa de sus ciudadanos: es importante cambiar hacia una verdadera democracia. Según todos los expertos preocupados por este tema, ello, además de posible, es coherente con las características de un ciudadanos de un ciudadano del siglo XXI.

     El primer obstáculo es la inercia, primero, a pensar y, después, a actuar. Einstein decía: "La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a las personas y a los países, porque la crisis trae progreso. El inconveniente de los países y de las personas es la pereza para encontrar salida y soluciones. En vez de eso, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora que es la tragedia de no querer superarla.

    

    

lunes, 4 de marzo de 2013

Privatizaciones

     Para hacer frente a una deuda que no hemos creado los ciudadanos sino que nos ha sido impuesta, los gobiernos "democráticos", sin contar con la opinión de los ciudadanos, pero obedeciendo instrucciones de los organismos que protagonizan el actual sistema económico, están privatizando todo. La ocasión es excelente para la adquisición de todo a precio bajo, pues el gobierno necesita dinero para pagar la deuda, no importa que ésta sea ilegítima, ni que los especuladores hagan que no sea fácil pagarla. La élite, a cuyo bando se han pasado nuestros representantes, está adueñándose de todo.

     ¿Qué significa eso para los ciudadanos? ¿Cuáles son las consecuencias? ¿Cómo será una sociedad en la que todo pertenece a grandes empresas?  La primera y principal consecuencia es que los ciudadanos que no tengan dinero no podrán disfrutar de ningún bien o servicio, aunque se trate de un bien común de la humanidad o se trate de un derecho humano: siempre será necesario tener dinero. Por otra parte, si algún servicio que ha pasado a manos privadas no da ganancias, se  suprimirá porque las empresas no están para hacer obras de caridad, sino para  ganar dinero, cuanto más mejor.

     Desde ahora, quien quiera educar  adecuadamente a sus hijos, tendrá que pagar; quien tenga una enfermedad, problemas durante el embarazo o sufra un accidente tendrá que pagar si desea ser atendido; quien quiera beber agua potable tendrá que pagar lo que indique la empresa que se ha adueñado del servicio; etc., etc.

     Puede que todo lo anterior parezca una exageración, pero se puede asegurar y poner ejemplos de que no es ninguna exageración. Uno de ellos puede ser el suministro de agua potable a la ciudad de Detroit (Estados Unidos). Diariamente un número no despreciable de domicilios son desconectados del servicio de agua potable por retraso en el pago de los recibos, debido, en muchos casos, a enfermedad o pérdida de empleo de algún miembro de la familia. Como consecuencia, los niños pueden contraer enfermedades por beber agua insalubre. Pero no terminan ahí las desgracias de estas familias: las Autoridades consideran que son familias que no pueden cuidar sus hijos en condiciones adecuadas y se los quitan para llevarlos internos a un hospicio (Visto en Agua: alerta incolora, "Noche temática", TV2, 17 de marzo de 2007)

     En la obra de ficción, Informe Lugano, su autora, Susan George, describe el contenido de un informe, confeccionado por un grupo de expertos, para establecer las estrategias a seguir con el objetivo de mantener triunfante el actual sistema económico a la largo del siglo XXI: sobran pobres. (Nadie ha sido capaz, hasta ahora, de desmentir los datos ni encontrar fallos en los argumentos empleados)

     El supermillonario Warren E. Buffett ha dicho recientemente que se trataba de una guerra entre ricos y pobres que habían ganado los ricos. Los ciudadanos tenemos obligación de demostrar a Buffett que ganar una guerra no es ganar la batalla. (Lamento muchísimo no encontrar ahora dónde leí ese comentario de Buffett)

viernes, 1 de marzo de 2013

Hay alternativas - 3: Parlamentos

     Continúo con la campaña formativa, organizada en el seno de la Universidad de Valladolid. De acuerdo con lo ya indicado hace tiempo, voy a pasar por alto las charlas o parte de charlas que tratan temas específicamente españoles. Por ello, termino hoy con la intervención de Juan Torres, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, titulada "Crisis económicas y alternativas".

      Juan Torres empezó explicando por qué la deuda que muy distintos países están pagando es ilegítima.  A continuación, señaló el papel que están jugando los especuladores y los banqueros y precisó que las políticas que se están llevando a cabo reflejan unos determinados intereses y son -como alguien ha dicho- un golpe de Estado para mejorar la situación de los grupos sociales con más dinero y poder -entre ellos los grandes grupos financieros- a costa del resto de los ciudadanos y del planeta.

     Este catedrático indica que, con estos antecedentes, los ciudadanos afectados tienen derecho -mejor dicho, obligación- a protestar, a enfrentarse a unas políticas neoliberales acordes con el vigente sistema económico; en definitiva, cae sobre los ciudadanos la responsabilidad de "cambiar el rumbo de las cosas".

     Según él, "eso [cambiar el rumbo de las cosas] no puede hacerse sin una movilización permanente de la gente, con una expresión contante de que no queremos lo que está ocurriendo, desobedeciendo las normas, revelándose frente a la imposición de políticas y deberes que agravan los problemas que tenemos", pero, simultáneamente, siendo conscientes de que no basta con la movilización, aunque sea permanente: "la política es el arma que permite dominar a las oligarquías y a la economía desbocada que estamos viviendo". Solo si "la indignación masiva, la desobediencia masiva, se transforma en una acción política la crisis tendrá otra salida y el mundo será de otra manera".

     Juan Torres, a lo largo de su intervención, hizo hincapié en el hecho de que no basta con manifestarse cuatro, seis o cien días, "tenemos que convertir eso en un sujeto social que exprese las preferencias de la gente, crear espacios de debate donde se pueda avanzar en propuestas y decisiones que se articulen en respuestas políticas". (¿No les recuerda todo esto a la propuesta de Erich Fromm acerca "del papel de los ciudadanos en las decisiones políticas").  Hasta que los movimientos, como el 15-M y análogos, no logren ocupar los parlamentos, es decir, sustituir los actuales parlamentarios por personas que lleven las propuestas, decisiones y propuestas de la gente alcanzadas en adecuados espacios de debate, "haremos una manifestación millonaria un domingo, pero el lunes nos seguirán quitando nuestros derechos".

     Cuando empezaron, en España, las movilizaciones, el profesor de Sociología, Enrique Gil Calvo, habló de dos tipos de movilizaciones complementarias: no convencional (manifestaciones callejeras, propuestas populares, boicot al consumo,...) y convencional ("llevan implícito un intento de buscar soluciones mediante el conocimiento y pensamiento crítica y creativo"); y señaló que esta última es la única capaz de "convertir la actual crisis de los mercados en una verdadera crisis del sistema, eventualmente capaz de dar a luz un nuevo modelo de sociedad. Una sociedad sostenible y ya no basada en el depredador capitalismo neoliberal, que de ciclo a ciclo y de burbuja en burbuja está conduciendo al planeta a un inminente colapso".

     En aquel entonces, Enrique Gil Calvo señaló que este tipode movilización (convencional) le parecía "utópica". Pero han cambiado las cosas: ha surgido un nuevo partido que pretende, con la ayuda de los ciudadanos, cambiar el parlamento.