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martes, 11 de agosto de 2015

Nuestra querida Europa

     Europa, el continente más civilizado del mundo, que inventó el Estado de bienestar, no ha sabido, sin embargo, defenderse de la ola de barbarie que, en los últimos años, está recorriendo nuestro planeta Tierra.
     La Unión Europea nació para preservar la paz y la prosperidad de sus países miembros y ha avanzado mucho durante décadas en la creación de una zona democrática de libre circulación y libre comercio. Sin embargo, Algunos de sus principios fundacionales, como el Estado de bienestar y la solidaridad, están en peligro de romperse ante la falta de voluntad política para afrontar el problema de los movimientos migratorios
     La respuesta al fenómeno migratorio de los gobernantes europeos es vergonzante; no solo levantan vallas, muros y todo tipo de obstáculos, sino que, cuando los inmigrantes están dentro del país, les hacen la vida imposible: se amenaza con sancionar a los caseros que les alquilen una habitación, darles empleo es un delito, no tienen derecho a los servicios de sanidad y educación, etc.
     Hemos olvidado las características que diferencian a la especie humana del resto de especies animales. Un país es tanto más civilizado cuanto más acusadas son esas diferencias, no cuando tiene más autopistas, más aeropuertos, más coches, ...Se ha dicho, y estoy de acuerdo, que el hecho de presentar una forma exterior humana no es suficiente para pertenecer a la especie humana.
     El cierre del paso a los inmigrantes no solo pone de manifiesto el grado de barbarie de los mandatarios europeos, demuestra, también, su incapacidad para ver más lejos. Los expertos de Naciones Unidas insisten en la correlación entre inmigración y prosperidad en un continente cada vez más envejecido. "Abrirse a la inmigración es una de las vías que le quedan a Europa", es  el título de un artículo publicado en El País de 3 de agosto último.
     No se trata solo de nuestros representantes. Las fotos de embarcaciones destartaladas, abarrotadas de hombres, mujeres, niños e, incluso, bebés, han dado la vuelta por toda Europa sin que los europeos se hayan conmovido lo suficiente para obligar a sus mandatarios a actuar como seres humanos. Es mucho el trabajo que están realizando algunas ONG, pero no es suficiente.
     ¿Qué nos está pasando? Numerosas personas, tras observar la pérdida de Humanidad que se está experimentando en los últimos años, señalan que, además de la crisis  financiera y la crisis ecológica, atravesamos una crisis de valores.  Hemos retrocedido tanto que casi hemos olvidado nuestras características de empatía y solidaridad, todavía no nos hemos dado cuenta de que esas características son necesarias -imprescindibles- para evitar un suicidio colectivo. Imposible convertir Europa en un búnker inexpugnable; los europeos no podremos dejar de escuchar los lamentos que llegan del otro lado del muro.

 

2 comentarios:

J. Felipe dijo...

Probablemente ese sea el problema Juliana. Estamos ante una auténtica crisis de valores y fenómenos como el de la inmigración y las consecuencias de la propia crisis para las clases populares y pequeñas empresas dan buena fe de ello.

A la ultra-ortodoxia capitalista, en medio de la cual nos encontramos, se le ha criticado en innumerables ocasiones por presentar connotaciones propias del fascismo -una clara estratificación y separación de las clases sociales- y de ahí que movimientos xenófobos cobren cada vez más auge. Más aún cuando las formaciones políticas conservadoras, en cierto modo para protegerse a sí mismas, se acercan a sus postulados dándoles cancha.

Un saludo.


Juliana Luisa dijo...

Muchas gracias por tu comentario.
Son muchos los sociólogos y economistas que indican (han indicado) que estamos en una crisis sistémica, mezcla de crisis financiera o económica, crisis ecológica y crisis de valores o de derechos humanos; indican que con la participación de la sociedad civil, podremos construir una sociedad nueva, no perfecta, pero sí más humana y justa.
Un saludo