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martes, 27 de octubre de 2015

¿Qué ha pasado con la Organización Mundial de Comercio?


     La Organización Mundial de Comercio (OMC) empezó a funcionar el 1 de enero de 1995. Hasta ese momento del comercio internacional se encargaba el GATT (en español, Acuerdo General sobre Tarifas Aduaneras). En realidad, la OMC se creó a instancias de grandes empresas multinacionales que deseaban aumentar su cifra de negocio: el comercio es el medio privilegiado para obtener ganancias económicas. Para aumentar esas ganancias, el sistema convirtió en mercancías cosas que no son de mercado, como los servicios públicos que satisfacen derechos humanos.
     A pesar de lo que se dice en sus estatutos, la OMC siempre ha evitado el voto en la toma de decisiones. Dominados por los lobbies de las empresas multinacionales, el poder estaba concentrado EE. UU., la UE, Japón y Canadá, los cuatro países miembros más ricos.
      La OMC se regía por una serie de Acuerdos que se asemejan mucho a lo que sabemos del TTP y TTIP.  Los tribunales internacionales previstos en estos Tratados parecen idénticos al Órgano de Solución de Conflictos o Diferencias de la OMC, cuyas sentencias eran de obligado cumplimiento.
     Las personas que se manifestaron en Berlín decían: "El TTIP  es antidemocrático y representa una amenaza para la calidad de la alimentación y el medio ambiente".  En relación con la calidad de la alimentación se puede citar el rechazo de la Unión Europea a comprar carne de ternera engordada con hormonas que  le ofrecían  Estados Unidos y Canadá. El Órgano de Solución de Diferencias, basándose  en el Acuerdo sobre Medidas Sanitarias y Fitosanitarias, fallo a favor de estos últimos países y sancionó a la Unión Europea. Entonces Bruselas encargó la realización de diversos estudios que probaron que una de las hormonas, la 17 estradiol, es cancerígena. Pero, no se  corrigieron los perjuicios ocasionados por la sanción.
     Otro Acuerdo de la OMC era el Acuerdo sobre obstáculos Técnicos al Comercio. Estos obstáculos podían ser  de naturaleza económica, cultural o medioambiental. En relación con estos últimos se puede citar la postura de la OMC respecto a la ley que prohibía la importación de atún pescado con redes que masacraban a millones de delfines. Para la OMC esta ley era un obstáculo técnico al comercio de atunes.
     En más de una ocasión la OMC ha intentado la aprobación de un Acuerdo que, en esencia, suponía limitar la capacidad de un Gobierno para dictar normas medioambientales, Por ejemplo, sea una instalación petrolífera ubicada en un determinado país. Si un nuevo Gobierno decide dictar una nueva ley que prescriba la  instalación de unos filtros, esa empresa puede presentar una demanda contra ese Gobierno, porque el cumplimiento de la ley la obliga a realizar inversiones no previstas que harán que sus beneficios económicos desciendan.
     La oposición al TTIP que se votó en el Ayuntamiento de Barcelona se basaba en que ese Tratado constituía un peligro para los servicios públicos. El Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (AGCS)  de la OMC se refería a la privatización de todos los servicios públicos, es decir, su consideración como mercancías de las que únicamente podían gozar los que tuvieran dinero suficiente, a pesar de que se refieran a derechos humanos.
     El Premio Nobel, Joseph E. Stiglitz, en el libro y capítulo ya citados, mencionaba los problemas creados por las patentes de los medicamentos, incluidas en el TTP y TTIP. Este problema ya existía en el Acuerdo sobre Propiedad Intelectual relacionada con el Comercio (ADPIC) de la OMC.
     La  última Reunión Ministerial de la OMC se celebró en 2005. Esta Reunión fracasó porque Estados Unidos, acompañado por los otros tres países ricos, se negó a eliminar las subvenciones agrícolas que concedía a sus grandes empresas, a pesar de que esas subvenciones estaban prohibidas en el Acuerdo sobre Agricultura. Con estos antecedentes no cabe duda que el objetivo del TTP y TTIP es sustituir a la OMC.
     Como decía Susan George, politóloga francesa, en su libro Frente a la razón del más fuerte (2005,30), "No queremos suprimir el mercado, pero tampoco queremos que el mercado tome todas las decisiones".

3 comentarios:

Óscar Gartei dijo...

Leyendo tus entradas, cada vez tengo más claro que este mundo es un poco más oscuro de lo que pensaba. Ahora estoy comprendiendo hasta qué punto estos malnacidos son capaces de hacer del mundo su jardín particular; tienen tanto poder que ni los países pueden hacerles frente. Hablamos de un mundo regido por élites o, mejor dicho, entes, que ya no responden ante nadie. Son amos y señores. A este ritmo, quizá lo más sensato sea montarse en una nave espacial, salvar a todos los animales y plantas posibles y buscarse otro mundo.

Lorenzo Garrido dijo...

Las multinacionales se han convertido en enemigas de la humanidad. Hay que tener el coraje de boicotearlas, no comprar nada que venga de ellas (en la medida de lo posible).

Juliana Luisa dijo...

No se qué me pasa con los comentarios. Hace unos días escribí contestando a vuestros comentarios. No cerré esta ventana hasta que no vi que estaba recogido mi comentario; y ahora veo que ha desaparecido.
Si no recuerdo mal, coincidí en lo que dice Lorenzo. Y lo que dice Rifkin en su último libre, respecto al nacimiento de la economía colaborativa y la posibilidad, si la sociedad civil quieren, de eclipsar el capitalismo. Al carecer de ganancias muchas empresas cerraran. Comenté, entonces, mi pertenencia a un banco de tiempo, y la dificultad inicial de acostumbrarse.
Un saludo