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domingo, 14 de febrero de 2016

El negocio del mar


     Los días 14 y 15 de diciembre de 2915 los responsables de la cartera de Pesca se reunieron con el objeto de decidir cuáles iban a ser las capturas de peces máximas para cada especie (TAC) a lo largo de 2026 y cómo, esas capturas, se repartirán entre los países que conforman la llamada Política Pesquera Común.
     Dentro de la habitual insatisfacción que siempre surge cuando hay que fijar cuotas, cabe preguntar si esos países han tenido en cuenta la obligada reducción del esfuerzo pesquero para adaptar la capacidad de los barcos a los recursos biológicos en aguas comunitarias. Para la directora de campañas de pesca de Oceana, María José Cornax, los países parecen haber olvidado sus compromisos de sostenibilidad.  La diferencia entre lo que recomiendan los científicos [como topes máximos de capturas] y las cuotas que se aplican finalmente es del 53%. En el Mediterráneo es peor, el 93% de los recursos están sobreexplotados."   Lo anterior, sin tener en cuenta que la pesca española es un negocio que va mucho más allá de lo que pasa en Europa: más de la mitad de todo el pescado capturado por la flota española procede de aguas internacionales. Conviene recordar el caso de Somalia: en 1991, una multitud de barcos de pesca empezó a faenar en las aguas frente al país, incluidas sus aguas territoriales, el resultado fue la rápida disminución de sus reservas pesqueras, se constituyó el denominado  "Guardacostas Voluntarios de Somalia", Francia y España aprobaron la Operación Atlanta contra la "piratería somalí", ...   Motivos más que suficientes para emigrar en una pequeña embarcación a la isla de Lampedusa. Muchos de ellos murieron antes de pisar tierra.  ¿Quiénes son los culpables de esas  muertes?  
     Según la FAO, el 61% de las poblaciones de peces están al límite y un 28% están sobreexplotadas. Sin embargo, estas cifras, ya alarmantes, subestiman en mucho la situación, según ha destapado la organización científica Sea Around Us. Según la ONG ecologista WWF, se pesca un 30% de lo que se declara.
     Todos los datos anteriores, extraídos de distintos medios de comunicación, recuerdan la famosa Tragedia de lo común, escrito por el biológo Garret Hardin y publicada por la revista Science en 1968. Un sistema obsesionado por la obtención de beneficios conduce a la desaparición de los bienes comunes de la Humanidad. Como ya he indicado en más de una ocasión, entendemos por bienes comunes de la Humanidad los bienes que son de todos -incluidas las generaciones futuras- y no pertenecen a nadie. Los océanos  y todos los seres que en ellos habitan son bienes comunes de la Humanidad.
     En "píldoras para pensar", preparadas hace unos cuatro años, indiqué que en 2009, se había concedido el Premio Nobel de Economía a Elinor Ostrom, autora del primer "análisis económico y antropológico exhaustivo de la historia del procomún que abarcaba mil años". Su trabajo, "un agudo análisis de las razones por las que la gestión del procomún y sus pragmáticas propuestas para garantizar el éxito de su gestión en el futuro" deslumbró a la comunidad intelectual.
     "Ante todo, Ostrom era economista, pero no tuvo ningún reparo en adoptar el papel de antropóloga.
Estudió las formas de gestionar el procomún desde los Alpes suizos hasta las aldeas de Japón para descubrir los principios que las convertían en modelos de gestión eficaz". "Su investigación, al mismo tiempo que contradecía la afirmación de Hardin de que 'todo' procomún  estaba destinado a la ruina a causa de los ventajistas,  ponía en entredicho el dogma tan repetido por los economistas -desde los tiempos de Adam Smith- de que los seres humanos miran únicamente por su interés personal e inmediato en el mercado".  "Al contrario, Ostrom encontró que al gestionar recursos comunes -pastos, zonas de pesca, sistemas de irrigación, bosques, etcétera- la más frecuente era que cada persona antepusiera el interés de la comunidad a su interés personal, y que priorizara la conservación a largo plazo del recurso común frente a sus circunstancias personales, aunque fueran muy difíciles". (los entrecomillados pertenecen a Jeremy Rifkin, La sociedad de coste marginal cero. El Internet  de las cosas, el procomún colaborativo y el eclipse del capitalismo (Barcelona. Paidós. 2014. 199)
     El sistema de gestión, señalado por Ostrom, se ha implantado en algunas zonas de pesca españolas: los pescadores han pasado de ser meros recolectores de pescado a gestores del medio ambiente marino. ¿Se conseguirá llegar a tiempo de evitar la catástrofe final?   

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