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martes, 24 de enero de 2017

Falta de empatía. Civilización o barbarie.

            Experimentos realizados en 1996 pusieron de manifiesto la existencia en nuestros cerebros y en el de otros animales unas neuronas, que se bautizaron con el nombre de "neuronas espejo". Cuando uno percibe el dolor de los otros, se movilizan automáticamente los mismos centros neuronales afectivos que cuando se siente el mismo dolor. Es lo que se entiende por empatía. Los estudios relacionados con las neuronas espejo revelan que los seres humanos somos empáticos por naturaleza; estas neuronas se activan desde el nacimiento y permiten a los bebés imitar los movimientos de los adultos e ir aprendiendo, por tanto, son la base de la capacidad innata de la imitación, sin la cual el aprendizaje sería prácticamente imposible.
            Ahora bien, si somos seres empáticos cómo se explica que, ante el conocimiento y la visión de hombres, mujeres y niños viviendo en campos  de refugiados, helados de frío, haciendo cola a veinte grados bajo cero, no se haga nada. ¿Por qué no se movilizan las "neuronas espejo", las nuestras y las de nuestros gobernantes?
            Según los expertos, todo se debe a que a lo largo del tiempo, la cultura filtra e influye en el modo en que la empatía se expresa: cuando existe una manipulación, consciente y masiva de las élites, se vuelve cada vez más difícil que se exprese nuestra naturaleza empática. Y, desde hace unos años, tiene lugar esa manipulación consciente y masiva. 
La  globalización ha impuesto en el mundo un determinado modelo económico: la cultura de mercado se ha convertido en la única cultura. Nuestro sistema económico-social pretende ignorar nuestra empatía desde el momento en que se nos asimila al modelo sociológico de la elección racional, que nos hace creer que el comportamiento humano responde a un previo cálculo de costes/beneficios.
Amartya Sen, Premio Nobel de Economía, en el libro titulado Los tontos racionales. Una crítica sobre los fundamentos conductivistas de la teoría económica, sostiene que los principios del ser humano, que responde a un previo cálculo de costes/beneficios, son los de ·un imbécil social, un tonto sin sentimientos, un ente ficticio sin moral, dignidad, inquietudes, ni compromisos".
El modelo sociológico de elección racional pasa por alto los componentes  de altruismo, empatía y solidaridad. Desde pequeño se nos educa y entretiene para evitar que nos enteremos o que sintamos el dolor de los demás. La aceptación de nuestra naturaleza empática supone una amenaza directa a los intereses de las élites. Sin embargo, en el siglo XXI, es difícil "hipnotizar" a los ciudadanos. La Humanidad ha alcanzado su estado de madurez. Se dice que el siglo XXI será el siglo de los ciudadanos o no será.
Estudiosos de distintas ramas del saber indican que la actual crisis no ha sido una sencilla crisis financiera, sino una crisis sistémica, formada por tres crisis que se refuerzan mutuamente: crisis financiera, crisis ecológica y crisis de valores; esta última relacionada con la necesidad de recuperar nuestra empatía. Para empezar, tenemos que, como indica Jorge M. Reverté en "Humillados" (El País. 3 de enero de 2017), dedicar "alguna energía cada día exigir que el partido al que vota ponga en marcha medidas que sirvan para mejorar la situación de esa gente, o que fuerce a los Gobiernos a que lo hagan."
Es unánime la opinión de que solo podremos sobrevivir si ampliamos nuestra empatía hasta incluir todos los seres humanos.

martes, 17 de enero de 2017

Universidad. Pensamiento libre y reflexivo

     En El País del 12 de enero último, Jorge Marirrodriga, en un trabajo titulado "Más Platón y menos Dora, la exploradora", indica que "en la Universidad de Londres el sindicato de estudiantes de la Escuela de estudios Orientales y Africanos ha exigido que desparezcan del programa filósofos como Platón, Descartes o Kant por "racistas y colonialistas."
     No voy a comentar, a pesar de su importancia, las razones por las cuales ese sindicato indica que esos filósofos, a los que califica de "filósofos blancos", sean estudiados únicamente si el alumno lo solicita y siempre poniendo su pensamiento "en el contexto".
     Ahora prefiero detenerme en lo que dice Marirrodriga acerca del papel "crucial [de la universidad] para conformar la sociedad de los próximos años". Según él, resulta paradójico que en una universidad -que supone es, entre otras cosas, el lugar donde todas las ideas fluyen, se confrontan y permiten el surgimiento de otras nuevas- haya quien prohíba mostrar ideas que, gusten o no, han conformado el mundo en que vivimos", Más tarde, califica la universidad de "último reducto de pensamiento libre y reflexivo".
     La universidad, cualquier universidad, no debe ser ajena a ninguna de las culturas que han conformado el mundo actual, a pesar de los errores cometidos por alguna de ellas. En estos momentos, precisamente como último reducto de pensamiento libre y reflexivo, la universidad no debe ser ajena al retroceso que ha tenido lugar en el proceso de humanización.
     Porque el proceso de humanización es el proceso que permite la transformación del Hombre en Ser Humano. a través de este proceso se han ido estructurando las manifestaciones intelectuales, afectivas, sociales del ser humano, construyendo lo que denominamos conciencia humana. Este proceso nos va separando cada vez más del resto de las especies animales y vegetales con las cuales compartimos nuestro mundo. El concepto se refiere a un ser que, a diferencia de los restantes seres vivos, ha logrado desarrollar sentimientos conscientes y manejables, entre los que destacan la solidaridad, el amor al prójimo, la empatía, el compromiso con determinadas causas, etc. Si bien el ser humano también tiene elementos negativos en su esencia, todos ellos son exclusivos de él, y ni los otros animales ni las plantas pueden desarrollarlos consciente y racionalmente.
     La actual globalización ha abandonado el "progreso civilizatorio" o "progreso en humanización" en manos de intereses económicos y no se ha ocupado en observar que estaba teniendo lugar un importante "paso hacia atrás" en el proceso de humanización, hasta tal punto que, ahora, nos encontramos en una cultura claramente inhumana. En la actualidad, consciente y racionalmente, se están incrementando los elementos negativos. Es misión de la universidad colaborar, no solo en recuperar la humanidad perdida, sino en avanzar en el proceso de humanización.
     Quizás entonces  el sindicato de estudiantes de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos abandone sus actuales exigencias.


lunes, 9 de enero de 2017

Pobreza infantil

     El Día Universal del Niño se celebró el 20 de noviembre. Un día para recordar que, por ejemplo, en la Unión Europea, un 26,9% (más de una cuarta parte) de los menores de 18 años se encontraban en riesgo de pobreza o exclusión social en 2015.
     Son niños que, según El País en la noticia "Una infancia sin derechos", publicada el 21 de noviembre de 2016, no pueden comer carne, pollo o pescado un mínimo de tres veces por semana, ni tienen una vivienda a una temperatura adecuada. "Sus padres tienen dificultad para pagar el alquiler y no pueden afrontar gastos imprevistos, como comprar medicinas para tratar una enfermedad. No tienen teléfono, ordenador o televisión en color y, para ellos, las vacaciones no existen. Estos son los indicadores que construyen el perfil de la pobreza infantil."
     ¿Qué culpa tiene un niño de nacer en el seno de una familia pobre? Esa es una pregunta que nos debe empujar a actuar. Y, en efecto, la sociedad civil está actuando a través de muy diferentes organizaciones no gubernamentales. Pero, ¿no debería ser misión del Estado? La justicia social implica el compromiso del Estado para compensar las desigualdades que surgen, prestando servicios que ayuden a estas personas a superar o salir de una situación de vulnerabilidad social.
     Recuerdo la noticia "El Tribunal de Derechos Humanos condena a Irlanda por abusos sexuales", publicada en El País el 28 de enero de 2014. En ella se indica que el Tribunal de Estrasburgo constató que el Estado irlandés, a pesar de ser consciente de los abusos sexuales cometidos por varios religiosos, continuó sufragando la educación primaria en el sistema escolar tradicional sin promover ningún cambio ni implementar controles efectivos de protección al alumnado, en definitiva, como recoge la sentencia, "eludiendo su obligación de proteger a esos niños". ¿Qué hay que hacer para que ese Tribunal de Derechos Humanos constate que hay Estados que están eludiendo su obligación de ayudar a los niños que se encuentran en riesgo de exclusión social.
     La educación es la herramienta más poderosa para romper el círculo de transmisión de la pobreza de padres a hijos. Garantizar el éxito escolar de los niños en riesgo de pobreza o exclusión social es la mejor herramienta para asegurar la ruptura de ese ciclo. Sin embargo, todas las reformas estructurales, dictadas por el Fondo Monetario Internacional, señalan la obligación de recortar los gastos del Estado en educación y sanidad.
     El Premio Nobel de Economía, Amartya Sen, en su libro La idea de la justicia, indica que la desigualdad extrema y la democracia son incompatibles. Sen muestra cómo las políticas de ciertos gobernantes pueden causar el hambre de la población, incluso cuando abundan los alimentos. ¿Son nuestros gobiernos realmente democráticos?  Sin duda, nuestros gobiernos no son realmente democráticos. La democracia es algo que va más allá de votar en unas elecciones. Es responsabilidad de los ciudadanos añadir a todas las acciones que ha empezado a realizar llevados por su solidaridad y empatía, el trabajo en favor por el establecimiento de una verdadera democracia, que asegure la justicia social.