El contenido de este blog se ha cedido al dominio público: puede ser copiado, parcial o totalmente, sin previo permiso de la autora.


miércoles, 12 de abril de 2017

Ataque químico y charco de lágrimas


     Me asombra, al mismo tiempo que, me enfurece la forma como los dirigentes políticos responden al ataque químico sobre Jan Aheijun, ordenado por Bachar el Asad. Murieron personas mayores y niños todos inocentes. Duele, especialmente, la muerte de los niños que como ha dicho Félix de Azúa, “ni siquiera sabían lo que es el mal””. “Hay algo profundamente podrido en el cerebro de los asesinos de niños”. Yo diría, en “los asesinos” y en los que observan, impasibles, “el asesinato”. ¿Qué hicieron nuestros políticos?  Solo pensar en sí mismos: poderío, papel en el mundo.
     Los dirigentes políticos y, también, muchos de los que les votaron están tranquilos: ninguno de sus seres queridos están en peligro, sobre sus mansiones nunca caerán bombas, nunca sufrirán un ataque químico, ninguno va a tener que subir a un bote de goma o a una patera en busca de un lugar donde poder vivir tranquilo, ninguno sufrirá la humillación que supone no ser aceptado en ningún lugar. No se han dado cuenta de que han dejado de pertenecer a la especie humana. Quizás fueron humanos sus padres o los padres de sus padres, pero, por alguna razón, ellos han perdido la humanidad, aunque su forma exterior no ha sufrido ningún cambio; ahora carecen de empatía y solidaridad, son insensibles, egoístas y ambiciosos.
     El domingo, día 9 último, Rosa Montero escribió un artículo en El País Semanal que empezaba así: "Qué maravilla que existan individuos [seres humanos] que nos enseñan que aliviar aunque sea un mínima porción de dolor es lo único que conseguirá salvarnos a todos". Salvar nuestra civilización.
     Decía Rosa Montero: "Hoy quería hablar de esos seres de luz que viven con nosotros a los que casi nunca prestamos demasiada atención, porque suelen ser gente discreta". En lugar de discreta o además de discreta, yo diría, pertenecientes a la especie humana.
     "Son esas personas, aclara Rosa Montero, que, mientras que, mientras los Gobiernos se enrocan un una pasividad criminal y la mayoría de los ciudadanos no hacemos nada por los refugiados, salvo reconcomernos y sentir una impotencia enorme, ellos dan un paso hacia adelante y actúan, demostrándonos que hay formas de reaccionar y actuar".  "Por ejemplo, hay un puñado de voluntarios independientes, todos de Barcelona, que se conocieron hace menos de un año en los campos de refugiados de de Grecia. Allí se dieron cuenta de que los niños que vivían en ese entorno, descoyuntado y extremo no tenían acceso a ningún tipo de educación. Entonces estos locos geniales se constituyeron como asociación (se llaman Open Cultural Center, OCC) para poder acceder a los campos militarizados y montar allí dos centros culturales, uno en Cherso y otro en Sounio. Dan clase de matemáticas, de árabe y de inglés con ayuda de los propios refugiados, que algunos son profesores. Los centros proporcionan a los niños un entorno seguro, una rutina que normaliza el caos y el acceso a actividades lúdicas: música, dibujo, deporte".
     Rosa Montero termina su artículo escribiendo: "Pero qué maravilla que existan individuos así, estos voluntarios de OCC y muchos otros, gente eficaz, serena, de cabeza clara y corazón sólido, que saben que el mar no se puede vaciar con una taza pero un charquito sí,. y que eso, ponernos en marcha, no cerrar los ojos, aliviar aunque solo sea una mínima porción del dolor del mundo, secar un charco de lágrimas es lo único que nos salvará a todos".
     El título del artículo es secar un charco de lágrimas".

No hay comentarios: