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martes, 14 de noviembre de 2017

Generaciones futuras



¿Debe preocuparnos el mundo que vamos a dejar a nuestros hijos y nietos? Sin duda. No se trata, solo, de arreglar nuestro mundo, sino de construir el que queremos para nuestros hijos y nietos. “¿Por qué debemos preservar un planeta habitable si no fuera por nuestros hijos y nietos?”. 
Es un tema que preocupó  profundamente al oceanógrafo Jacques-Yves Costeau, autor de numerosos artículos, más de veinte libros y produjo más de noventa películas. Según él, “la humanidad probablemente ha perjudicado a la Tierra en el siglo XX más que en toda la historia humana anterior”. Jacques-Yves Costeau, fallecido en 1947, y no pudo observar, cómo,  debido a las características del vigente sistema económico, se ha incrementado ese deterioro en los últimos años.
El sueño de michos años en defensa de los derechos  humanos de las generaciones futuras, de Cousteau, inspiró, en 1994, el proyecto de Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Generaciones Futuras, que, posteriormente, fue sometido a la asamblea general de Naciones Unidas (ONU). La Declaración sobre las Responsabilidades de las Generaciones Actuales para con las Generaciones Futuras fue adoptada el 12 de noviembre de 1997 por la Conferencia General de la UNESCO. Según Federico Mayor Zaragoza, ésta es la primera vez  en la historia que la solidaridad se aplica a entes jurídicos que no existen.
Esta Declaración está estrechamente relacionada con el concepto de desarrollo sostenible, adoptada en 1992 por la Cumbre de la Tierra. El desarrollo sostenible es el conjunto de políticas que “garantizan las necesidades del presente sin  comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”.
Miguel Delibes y Miguel Delibes Castro en La Tierra herida. ¿¿Qué mundo heredarán nuestros hijos? (2005:160) escriben  “Suele atribuirse el desinterés por el futuro del medio ambiente a la ausencia de una ética intergeneracional. En otras palabras, se supone que, aunque casi nunca lo hagamos, deberíamos, adoptar las decisiones e hoy teniendo en cuenta las condiciones en que vamos a dejar el mundo para los hombres de mañana. Probablemente, sin embargo, este discurso se ha quedado, almenos en parte, anticuado, puesto que las decisiones de hoy ya están haciendo sufrir a las generaciones de hoy. Ya estamos purgando nuestros pecados. No hay que discutir, por tanto, los pros y los contras de una ética intergeneracional aparentemente contrapuesta a otra ética intrageneracional. Hay que hablar solo de ética, para todos y para todo tiempo”.
“Ética que sin duda nos lleva a topar con los pobres, capa humana sobre la que repercuten todos los problemas, especialmente los más graves”. Para sustentar esa última opinión indican: “como bien sabemos, una gran tormenta tropical tal vez cause en Florida cuatro o cinco muertes, pero el mismo huracán, en Haití, matará a miles de personas”.  
Las elites del vigente sistema económico nunca se han mostrado sensibles a los efectos del cambio climático ni sobre las generaciones actuales ni sobre las generaciones futuras. Solo los ciudadanos podemos hacer algo.

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