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domingo, 30 de diciembre de 2012

¿Civilización o barbarie?

     Es asombrosa la facilidad con la que la especie humana pierde su carácter de "humana", es decir, con que facilidad los seres humanos retroceden en el proceso de humanización. Al principio, pequeños desperfectos, pequeñas grietas; después, goteras; y, al final, todo el edificio cuidadosamente construido se viene abajo.

     Los seres humanos somos como somos. Que una sociedad se mantenga en un aceptable grado de civismo es cuestión de los ciudadanos que tienen que decidir en cada ocasión crítica que se les presente -arreglar cualquier desperfecto que tenga lugar en el edificio-, y volver hacerlo en la siguiente, con la posibilidad de que, en algún momento, puedan decidir mal y la sociedad deje de ser civilizada -que el edificio se derrumbe-.

    Esto último es la que está sucediendo ahora. Cuando se estableció el actual sistema económico y se observó su comportamiento en los países del Tercer Mundo, hubo personas que se solidarizaron con ellos -nacieron múltiples organizaciones de ayuda-, pero, en su conjunto, el mundo rico no fue capaz de ver que el sistema no cumplían ni los más mínimos requisitos humanitarios: quizás porque estaba hipnotizado por las mejoras materiales que le proporcionaban los avances tecnológicos de la época, porque habían cambiado el ser por el tener, porque habían sustituido la solidaridad por el individualismo.... El hecho fue que el edificio de la civilización empezó a venirse abajo, casi sin darnos cuenta.

     Nos comportamos muy mal y, ahora, como si fuera un castigo, el sistema económico se ha instalado entre nosotros, mostrando su verdadera cara.

     ¿Qué hacer? Corregir lo que, entonces, hicimos mal: hacerle desaparecer de nuestras vidas, y no confundir caridad con justicia. No permitir que, para quedar bien con los bancos y los mercados, haya personas -incluso niños- que pasen hambre, enfermos no atendidos como se debe, familias expulsadas de su casa como si fueran cucarachas, ancianos que se queden casi sin pensiones, que con el objetivo de que las multinacionales aumenten su cifra de negocios se privaticen todos los servicios, que se trate a los trabajadores como si fueran máquinas, etc. etc.

     Lo que más asusta es la falta de humanidad del gobierno. Somos responsables si no hacemos nada. Así lo han entendido no solo los que participan en huelgas y manifestaciones, sino también, sobre todo, personas como "los profesionales de cerrajería que se oponen a colaborar con los desahucios", los "rebeldes, objetores, desobedientes que han encontrado fórmulas para pelear", "personas, profesionales o colectivos que han encontrado instrumentos con los que significar su postura"...

NOTA. Los entrecomillados pertenecen a la prensa escrita.


jueves, 27 de diciembre de 2012

"El cuento de Mundoflauta"

     El post (entrada) publicada, en el blog ¡Tierra a babor!, el 12  de este mes de diciembre se titulaba El cuento de Mundoflauta, un cuento en el que se relata lo que unos viajeros del futuro comentan  acerca de la existencia en un "rinconcito de una remota galaxia" de dos mundos paralelos: Mercadópolis y Mundoflautas.  El primero era "gris y guerrero, en su codiciosa locura estaba encaminado inexorablemente a la autodestrucción". El segundo, Mundoflautas, surgió porque "un buen día, un grupo de jóvenes sin futuro, viejos precarios y parias de toda índole, decidieron abandonar su planeta natal, Mercadópolis, y se exilaron a un pequeño e inhóspito satélite".

     "Allí en su nuevo lugar, los mundoflautas establecieron acampadas y en sus continuas asambleas, debatieron sobre cómo había de ser su nueva sociedad. Por fin, lograron fundar su democracia participativa 4.0, cuyos pilares fueron: Paz, Libertad, Igualdad y Solidaridad". "Los mundoflaúticos florecieron prósperamente y pronto fueron envidiados por sus codiciosos vecinos de Mercadópolis", que intentaron desintegrar "la sociedad mundoflaútica".

     Pienso que el cuento quiere señalar lo que, desde hace unos pocos años, está sucediendo en la Tierra: sus habitantes están siendo divididos en dos clases: ricos y pobres, dueños y esclavos. Desde ese punto de vista, me parece oportuno realizar algunas precisiones que, tenidas en cuenta, pueden alterar el final del cuento.

     Para empezar, se debe indicar que la aparición de esos dos mundos paralelos tuvo lugar en un importante país occidental; hay que tener en cuenta que Mercadópolis no puede existir sin tener al lado otro mundo, que, durante bastante tiempo, ha carecido de nombre, hasta que en España, según el autor del cuento, ha sido bautizado con el de  Mundoflauta.  Pronto Mercadópolis "en su codiciosa locura" empezó a adueñarse de una parte del planeta que se conoce con el nombre de Tercer Mundo sin que casi ninguno de los habitantes del resto de los países, preocupados con otros asuntos,  se diera cuenta de lo que estaba sucediendo. Recientemente, Mercadópolis se ha trasladado al Primer Mundo. Conviene señalar que mientras  Mercadópolis tiene el mismo aspecto y obra de igual manera en todas partes, su mundo paralelo es muy diferente de una parte a otra, por ejemplo, en el Primer Mundo, quienes pertenecen a Mundoflauta saben que tienen que corregir el camino que sigue Mercadópolis para evitar la autodestrucción: está tal punto está unido el destino de estos dos mundos paralelos.

     Otra cosa que creo que no responde a la realidad, es el hecho de que Mundoflautas estuviera inicialmente formado por "jóvenes sin futuro, viejos precarios y parias de toda índole": desde el principio, Mundoflautas estuvo habitado por destacados intelectuales, que colaboraron en la creación de una "democracia participativa 4.0, cuyos pilares fueron; Paz, Libertad, Igualdad y Solidaridad".

     En el cuento se relata cómo, al final, terminan por desaparecer Mercadópolis y Mundoflauta; pero,  en la realidad, no ha terminado todo: los mundoflaúticos, están en condiciones de cambiar el futuro. 

martes, 18 de diciembre de 2012

Capacidad para pensar

     Para ayudar a las personas que las políticas de austeridad -dictada, precisamente, por quienes no tienen ni idea de lo que es la austeridad- los ciudadanos de a pie se han organizado de múltiples formas. Son de alabar esas iniciativas, fruto de la solidaridad y empatía del ser humano; solidaridad y empatía para las que algunos medios de comunicación no escatiman calificativos, olvidando que esas "virtudes" no son exclusivas de la especie humana, sino que se presentan en múltiples especies del reino animal.

     Según Eduald Carbonell, arqueólogo, antropólogo y paleontólogo, premio Príncipe de Asturias, "todos los mamíferos tienen inteligencia y conciencia, algunas aves y otros tipos de familias ecológicas también. Ahora conciencia operativa a nuestro nivel, no la tenemos más que nosotros".

     ¿Cómo activar nuestra "conciencia operativa"? Eduald Carbonell defiende la estrategia de "convertir conocimiento en pensamiento": pensar en forma crítica y creativa, dialogar y actuar. Aunque distingue entre "hominización" y "humanización", es mucho más exigente y, en ocasiones, más pesimista de lo que fue, en su tiempo, Teilhard du Chardín, también paleontólogo: Carbonell afirma que aún no somos humanos, pues apenas si hemos empezado a tener "conciencia de especie". Para él, solo se puede avanzar en humanización a través de un "proceso social crítico".

     Desde la más temprana edad, todos los niños y niñas deben estar orgullosos de pertenecer a la especie humana y deben saber lo que ello significa; deben aprender a ser hombres y mujeres en el sentido más amplio y profundo. La tarea más importante que deberían tener todos los gobiernos es enseñar a sus ciudadanos que, ante todo, son seres que pertenecen a la especie humana y que todo lo demás -nacionalidad, religión, color de piel, cultura, etc.- es accesorio.

     Sin embargo, no es ese el tipo de educación que, en su mayoría, se está dando: desde la más temprana edad y a todos los niveles se forma al ciudadano para que sea útil a la industria. No se están formando personas críticas y creativas, sino fabricando robots utilizando como materia prima seres humanos. En la universidad, las primeras voces discrepantes empezaron a surgir en la segunda mitad del siglo XX. Profesores encerrados en la torre de marfil de su especialidad y universitarios atentos, únicamente, a las necesidades de la industria: todos, en su mayoría, seres insensibles a lo que sucedía a su alrededor. Eloy Terrón, filósofo y antropólogo, presidente del Club de Amigos de la Unesco, que vivió entre 1919 y 2002, llegó a decir, hablando de la universidad: "Lo que debería haber sido una fuente de racionalidad se ha convertido en un río de irracionalidad".

     ¿Será posible que la actual crisis, además de fortalecer los sentimientos de solidaridad y empatía, nos empuje a reclamar una forma de vida que nos permita hacer un mayor uso de nuestra capacidad para pensar, dialogar y actuar y, por tanto, avanzar en el proceso de humanización?


lunes, 10 de diciembre de 2012

Una política de la humanidad

     Sean cual sean las características de la especie humana, cada vez con más insistencia se indica la necesidad de una política que Daniel Innerarity, catedrático de Filosofía Politica y Social de la Universidad del País Vasco, ha llamado "política de la humanidad", porque debe de ser capaz de hacer frente a los actuales problemas que tiene la humanidad.

     Lo primero que debe tener en cuenta esa política es que es imposible  resolver problemas que afectan a todos, la humanidad  si no se modifica el vigente sistema económico-social. El único objetivo de este sistema es el crecimiento económico y, como una y otra vez se indica, ello lleva asociado el concepto de competitividad:  para crecer, desde el punto de vista económico, hay que aumentar el consumo, sobre todo, el consumo externo, y eso solo posible si se es capaz de competir con el resto de países que buscan el mismo objetivo.  En la teoría de juegos, la competitividad pertenece a los juegos de suma cero: uno gana y otro pierde, y ello no permite la solución de problemas que afectan a todos como el cambio climático y la gestión de los recursos naturales.(Son solo dos ejemplos)

     La solución se encuentra en modificar el eje alrededor del cual gira el sistema económico, es decir, cambiando de paradigma, mediante la sustitución del crecimiento económico por el de desarrollo humano. Ello lleva aparejada el cambio de la competitividad por la cooperación, por otra parte, coherente con la solidaridad y empatía del ser humano  y el carácter de sistema cerrado -recursos naturales limitados y limitado espacio para desechos- del planeta Tierra en el que vivimos. (Esta característica de sistema cerrado es común a todos los planetas, habitados y sin habitar).

     En palabras de Daniel Innerarity, "la lógica actual de competitividad internacional entre los Estados es incompatible con el tratamiento de los problemas globales y por eso mismo debemos avanzar hacia un modelo de cooperación".

     Sin embargo, la necesidad de sustituir la competitividad por la cooperación choca con los políticos acostumbrados a "un mundo de relaciones de fuerza no cooperativas" y, además, én estos momentos, supeditados al sistema económico imperante.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Naturaleza humana. Humanización

     En relación con la evolución de la especie humana se distinguen dos procesos: el proceso de "homonización" y el de "humanización". El primero, homonización, se refiere al conjunto de cambios que sufrieron nuestros antepasados, los primeros homínidos, al pasar desde una fisonomía  parecida a la de los simios hasta el estado actual: cambios en la cara y los dientes, tamaño del cerebro, caminar con dos pies, adquisición del lenguaje articulado,....  Mientras que, por otra parte, el proceso de humanización  está relacionado con la serie de logros fundamentales relacionados con la dignidad del ser humano, es decir, se refiere a la forma cómo los seres humanos han ido poniendo de manifiesto, claramente, su "humanidad".  Es así como se habla de "naturaleza humana" o "esencia humana".

     Entre estos dos procesos existe una importante diferencia. Mientras que el ser humano crece orgánicamente hasta cierto punto, después del cual deja de crecer; puede estar creciendo, sin restricciones hasta que se muera, en sus potencias o facultades espirituales.  La humanización de la especie humana es un proceso irrestrictivo. No existe una especie superior a la especie humana -a no ser que se acepte la existencia de los ángeles-: la evolución se detiene en el ser humano, homo sapiens.

     A principios de la segunda mitad del siglo XX, el filósofo, además de paleontólogo y miembro de la Orden Jesuita, Teilhard de Chardin, autor de El factor humano, al defender la teoría de la humanización del hombre, indicó que era de "lenta  y difícil elaboración a través del tiempo".

     En esa lenta elaboración a través del tiempo, el proceso de humanización ha experimentado importantes avances e inesperados retrocesos.  Numerosas personas, preocupadas por este tema, señalan que la crisis actual, además de económica y ecológica, es una crisis de valores, señalando, con esto último, la pérdida de humanidad que se ha experimentado en los últimos años.

     En relación con la pérdida de humanidad protagonizada por los organismos multilaterales que rigen el actual sistema económico, debo recoger aquí algo que se puede leer en el libro de la politóloga francesa Susan George, Pongamos a la OMC en su sitio (2002, Icaria Ed., Barcelona, págs. 38-39). Susan George indica  que en más de una ocasión "la subcomisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas ha reaccionado oficialmente ante el Director de la OMC para recordarle la primacía de los derechos humanos sobre las políticas y programas económicos", pero que "el Director de la OMC no consideró oportuno atender ninguna de esas recomendaciones".  La OMC  siempre ha obrado -y sigue obrando- como si nunca se hubieran firmado la Convención contra la Esclavitud, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Convención sobre los Derechos del Niño, todas ellas manifestaciones del proceso de humanización del ser humano.  De aquí que en múltiples ocasiones se haya calificado de inhumano el vigente sistema económico-social.

     Frente a esta situación, es obligado recordar la anécdota -real, aunque no recuerde en estos momentos quienes fueron sus protagonistas- del abuelo y el nieto.  Preguntó el nieto a su abuelo: "¿Para qué nacemos?"  El abuelo contestó: "Para que el mundo sea cada vez mejor".  Sin duda quería decir: "cada vez más humano".

domingo, 2 de diciembre de 2012

Sistema económico, capital social y mortalidad

     El catedrático de Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra y profesor de Políticas Públicas y de Estudios Políticos de la Johns Hopkins University, Vicenç Navarro, analiza, en un artículo periodístico, las causas de las diferentes cifras de mortalidad entre diferentes grupos sociales.

     Señala que, aunque es verdad que una persona perteneciente al grupo de renta per cápita  mayor vive más años que la que pertenece al grupo de menor renta, no todas las diferencias se explican por el nivel de renta, por ejemplo, "el tercio superior de la población de EE. UU. tiene unos indicadores de salud peores que el tercio inferior de la población con menor renta del Reino Unido" (todo antes de la crisis), a pesar de que el primer grupo, "con un nivel superior de renta tiene unos hábitos de vida semejantes  los existentes en los países europeos y tiene  cobertura sanitaria a través del aseguramiento privado". De éstas y otras observaciones, Vicenç Navarro concluye que el número de años que una persona vive solo parcialmente depende del nivel de renta que la persona tenga y de la posesión de hábitos de vida saludables.

     ¿Cuál es la razón -se pregunta Vicenç Navarro- de esta mortalidad diferencial?

     Según este profesor, hay factores que juegan un papel incluso mayor que la renta per cápita y los hábitos, y entre esos otros factores señala "la sensación de poder controlar el trabajo y la vida de uno mismo". "En realidad, la renta, la educación, el estatus social y otras variables son instrumentos para alcanzar tal sensación de control. Pero esta sensación que se presenta a nivel de cada persona, depende de cómo tal persona se relacione con otras. A mayor sociabilidad y solidaridad, mejor salud. Aquí está la raíz del problema y por tanto la vía para encontrar la solución".

     Señala Vicenç Navarro que el vigente sistema económico, en el que cada persona debe competir con otras, valiéndose por ella misma, con escasa protección social, es una variable que explica la escasa calidad de vida y salud para la mayoría de la población. (En eso concuerda con lo que dice Robert Putman en su libro Solo en la bolera).

     "La prueba empírica de ello es que la mejora de las tasas de mortalidad para todos los grupos en el Reino Unido se ralentizó durante la época de Thatcher", es decir, cuando el actual sistema económico "alcanzó su mayor desarrollo en el Reino Unido". "Las políticas thatcherianas, con reducción de las políticas redistributivas, con énfasis en la competitividad y falta de protección social, responsables del aumento de la inseguridad laboral y el desempleo, crearon un empeoramiento de las tasas de mortalidad en todas las edades y en la mayoría de la ciudadanía. No solo se incrementó la mortalidad diferencial entre ricos y pobres, sino entre todas las clases sociales".

     En conclusión, en opinión de Vicenç Navarro, para mejorar las tasas de mortalidad "lo que se requiere son programas altamente redistributivos que mejoren la calidad de vida de la mayoría de la ciudadanía, disminuyendo las distancias sociales y aumentando la solidaridad y la cohesión social".

     En la actualidad y en España, se observa un gran aumento de la solidaridad, que difícilmente puede contrarrestar, la parte negativa del sistema económico-social, que se está imponiendo.  En general, se augura un importante "empeoramiento de la tasa de mortalidad". ¿Se podría clasificar eso de crimen contra la Humanidad?

martes, 27 de noviembre de 2012

El declive de la violencia

     Steven Arthur Pinker, psicólogo experimental, científico cognitivo, lingüista, profesor en el Departamento de Psicología de la Universidad de Harvard, es autor de un libro, Los ángeles que llevamos dentro. El declive de la violencia y sus implicaciones (Paidós, 2012), que está teniendo un gran éxito. Me parece interesante comentar algunas cosas que he leído en una entrevista realizada con ocasión de la publicación de este su último libro.

     Una de las primeras preguntas del periodista es si "tendemos o no los seres humanos de una manera innata a la violencia". Pinker afirma que las estadísticas nos permiten "documentar un descenso vertiginoso en el número de homicidios desde la Edad Media hasta nuestros días". (Este profesor sometió a un adecuado análisis estadístico un ingente volumen de datos aportados por investigadores que trabajaban en distintas ramas del saber). "Se han abolido una enorme cantidad de prácticas bárbaras".

     Pinker señala que "la explotación, la venganza y sobre todo la ideología son los factores decisivos para la aparición de conductas violentas".  Según el diccionario de la RAE, un ideólogo es "una persona que entregada a una ideología desatiende la realidad"; e ideología es el "conjunto de ideas fundamentales, que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso o político".

     Puesto que nuestros actuales representantes políticos están obedeciendo a una ideología, la ideología del libre mercado, que gira alrededor del crecimiento económico, ignorando que ello conduce a la pobreza a un gran número de personas; personas sin posibilidad de disfrutar se sus potencialidades como seres humanos, porque se les priva, no solo de alimentos, sino también de adecuados servicios de educación y sanidad, no es de extrañar que a la pregunta  "quién garantiza  que  el proceso de disminución de los niveles de violencia no experimentará un cambio, volviéndose a producir una escalada?", este profesor, muy diplomáticamente, señale que "no se puede garantizar una cosa así, aunque todo depende de la clase de violencia de que se trate". Hay muchas maneras de practicar la esclavitud.

     Sin duda, como, en otro momento, Pinker indica que será "nuestra capacidad de concebir nuevas ideas acerca de cómo organizar nuestras vidas" la que puede evitar cualquier tipo de retroceso. Pinker defiende la idea de que "la evolución es responsable del diseño del cerebro, así como de los mecanismos que rigen el comportamiento de nuestras facultades cognitivas y emocionales". "Creo que estamos dotados de un aparato cognitivo abierto". No es la primera vez que se señala que el ser humano es un ser autoperfectible.

    Un periodista y escritor que ha cursado estudios de Teología, Filosofía, Psicología y Filología Comparada, Juan Arias, escribe en uno de sus libros, Proyecto esperanza. Motivos para amar nuestro tiempo (Aguilar, 2007): "ese impulso del ser humano inteligente hacia una mejoría de la especie y, por tanto, hacia una civilización perfeccionada, es asombrosamente poderoso" y surge "cuando la Humanidad se encuentra ante un peligro o una tentación de retroceso" (pág. 22). Todos somos capaces, como miembros de la especie humana, de pensar y actuar. El ser humano es el único capaz vivo de predecir y cuantificar el riesgo. Es muy triste y nada gratificante, haber nacido hombre o mujer y vivir como un animal sin conciencia.

martes, 20 de noviembre de 2012

Capital social

     El concepto de capital social adquirió una gran fama cuando el sociólogo y politólogo estadounidense Robert Putman, en colaboración con dos colegas, Robert Leonardi y Raffaella Nameti, publicó un libro en el que ofrecía los resultados de una larga investigación -iniciada en 1979- sobre el desarrollo desigual de las diversas regiones italianas. Para sorpresa de todos, resultó que la variable más significativa, la que mejor explicaba el éxito de unas regiones y el fracaso de otras, no eran los indicadores políticos, administrativos o económicos, sino otro tipo de variables culturales y asociativas que demostraban la presencia o ausencia de relaciones de confianza y reciprocidad generalizada. Estos investigadores observaron que las regiones del norte y centro de Italia poseían altos niveles de confianza mutua, causa última de su éxito social y económico, mientras que el Mezzogiorno se hundía en el estancamiento y depresión por ser víctima de la desconfianza.

     Posteriormente Putman publicó un libro, traducido al español en 2002, Solo en la bolera, que le hizo mundialmente famoso. En este libro, utilizando la metáfora del juego de bolos, popular en Estados Unidos, que, desde hace unos años, se está convirtiendo en una actividad solitaria en lugar de un disfrute compartido, Putman demuestra que el capital social no solo es el factor más potente de satisfacción social y personal, que influye en la salud y en la felicidad de las personas, sino que su aumento o disminución determina la marcha de la economía y la democracia.

     Se han destacado tres "fuentes" principales de capital social: la confianza mutua, las normas efectivas y las redes sociales. A pesar de las posibles diferencias en la forma de definir estos atributos, el capital social siempre apunta hacia aquellos factores que nos acercan como individuos y a cómo este acercamiento se traduce en oportunidades para la acción colectiva y el bienestar del grupo. Puestos que somos animales sociales y dotados de empatía (neuronas espejo) lo apropiado es conversar, alternar, amar, practicar la solidaridad, empatizar,.... Lo ideal y lo humanamente natural sería disfrutar del mayor número posible de contactos amistosos y familiares.

     Los resultados obtenidos por Putman han dado lugar a un análisis y advertencia ya ineludibles en el estudio de las sociedades occidentales.  Ineludibles, porque el primer obstáculo al aumento de capital social se encuentra en el sistema económico que ha engendrado un individualismo rampante, hedonista e insolidario, que convierte a los ciudadanos en consumidores consumidos.

     Pero, el ser humano es difícil de domesticar: la sociedad civil ha creado muy diversas asociaciones generadoras de capital social. Una de ellas lo constituyen las de tipo Banco de Tiempo, donde basados en la confianza y normas de reciprocidad, se establecen vínculos entre los ciudadanos a través del intercambio de habilidades y conocimientos, usando como unidad de medida el tiempo, algo que se considera mucho más valioso que el dinero.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Opiniones de un especialista

     En la reseña del libro de Alfredo Pastor, que indiqué en la última entrada, se señalaban algunas cosas que, en honor a una impuesta brevedad, no mencioné, pero que, sin embargo, no deben ser pasadas por alto porque quien las dice ha dedicado mucho tiempo al estudio de la materia de que habla. Además de lo que se indicó en la entrada anterior, Alfredo Pastor, después de ser catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona, se doctoró de nuevo en el Massachusetts Institute of Technologý (MIT), y posee una gran experiencia docente en aulas de varias universidades, por ejemplo, ha enseñado en la escuela de negocios China-Europa en Shanghai.

     1. Alfredo Pastor explica que "la desigualdad, tanto entre países como entre personas, es uno de los grandes conflictos que tendremos que resolver, porque la situación no solo es injusta sino también insostenible"; indica que, a pesar de lo que dicen los partidarios del actual sistema económico, la desigualdad no se irá resolviendo con los años". "Creo", precisa, "que no podemos confiar porque esto no sucederá", y recuerda lo que ha ocurrido en los últimos 20 años en que "la desigualdad ha aumentado en Estados Unidos y en Europa".

     La situación, además de injusta es insostenible porque, como ya se ha dicho, en un nave espacial, como es la Tierra, no es posible la coexistencia en paz de pasajeros de primera y pasajeros de tercera, "Deberíamos haber aprendido ya que en un mundo de desigualdad manifiesta -entre países y dentro de cada país (...)- no va  ser totalmente seguro, ni siquiera para sus habitantes privilegiados" (Koffi Annan, ex secretario general de la ONU)

     2. Este profesor señala la necesidad de "poner límites a las leyes del mercado: "hay que ponerlas en su sitio, hay que ponerles límites, porque no nos dan justica". Pero "¿quién pone estos límites?, se pregunta. Y para dar su respuesta, Pastor vuelve a mirar a los ciudadanos: "Hay que convencer a los ciudadanos de que tienen más importancia de lo que creen". "La economía", sostiene, "en muchas cosas tiene muy poco que decir, son los ciudadanos los que tienen que tomar las decisiones".

     Con todos los obstáculos, internos y externos, con que ahora tropieza la ciudadanía, lleva mucho tiempo diciéndose que "el siglo XXI será el siglo de los ciudadanos o no será",

     3. Aludiendo al tratamiento que están sufriendo los recursos naturales, Pastor indica que "quizás tengan razón los economistas franceses que hablan de decrecimiento". "No es un drama tener una economía estacionaria. El objetivo de la economía es satisfacer las necesidades materiales". "Lo que hay que conseguir es que la educación y la sanidad sean mejores".

     Pastor se refiere a la corriente de pensamiento político, económico y social favorable a la disminución de la producción económica. La consiguiente jornada laboral más reducida hará posible que las personas tengan más tiempo libre para dedicarse a lo que, realmente, les gusta y, realmente, les hace felices.

     4. Este economista cree que "el agua puede ser un problema más grave que el petróleo o carbón".

     Recuérdese que para el actual sistema económico la solución a este problema es poner un precio al agua. Esto significa que solo podrá disponer de agua los que tengan dinero para pagarla.

     5. Por último, Pastor indica que "la búsqueda de la riqueza insaciablemente embrutece".

     Hasta el punto de dejar de pertenecer a la especie humana. Recuérdese la opinión del filósofo y escritor francés Julien Brenda. (Considero importante precisar que Julien Brenda habla de "pueblos", no de personas particulares)

    

martes, 13 de noviembre de 2012

Economía para ciudadanos

     Alfredo Pastor, profesor del Instituto de Estudios Superiores de la Empresa (IESE) y con gran experiencia docente en aulas de varias universidades, es autor de un libro titulado La ciencia humilde. Economía para ciudadanos (2007, Crítica, Barcelona) en el que pretende, según él, "mostrar cómo la economía está al servicio del ciudadano". Evitando las demostraciones difíciles y prescindiendo de muchos detalles, este profesor hace que el lector vea "más fácilmente cuáles son los límites de la economía" y da a entender que "el vasallo es la economía y el señor el ciudadano"; de hecho, Pastor, inicialmente, había pensado en otro título: El buen vasallo.

     Según Alfredo Pastor, "hay que convencer a los ciudadanos de que tienen más importacia de la que creen". "La economía", sostiene, "en muchos casos tiene muy poco que decir, son los ciudadanos los que tienen que tomar las decisiones".

     Así, ante preguntas básicas como ¿cuánto desempleo podemos considerar tolerable? o ¿qué extensión debería tener la asistencia sanitaria gratuita?, Pastor estima que "el economista ha de advertir de los riesgos de la política de pleno empleo o cuánto cuesta la asistencia sanitaria, pero no puede ir más allá". En su opinión, estas "preguntas ha de contestarlas quizá no el político, ocupado como está en asuntos más urgentes, pero sí cada ciudadano".

     Todo lo anterior contrasta con lo que dice Paul Collier, que fue directivo del Banco Mundial. Paul Collier, en su libro El club de la miseria (2009, Turner Ediciones, Madrid) al menos en tres ocasiones diferentes señala que los ciudadanos no tiene capacidad suficiente para opinar en temas de política económica. "La política comercial es el ámbito económico que peor entienden las ONG"; "La política comercial resulta excepcionalmente difícil de entender por la gente corriente ..."; "Como hemos visto, los grupos de presión del mundillo de la cooperación, sobre todo las ONG occidentales, no suelen entender de comercio. Es un tema complejo y a su público no le resulta atractivo, así que optan por el populismo". (Págs. 258, 260 y 304, respectivamente).

     Sucede que en el contexto del vigente sistema económico se está devaluando (se ha devaluado ya) la democracia, porque las élites piensan (les conviene pensar) como Paul Collier.  ¿No es ese el mejor síntoma del miedo a la democracia del actual sistema económico, regido por instituciones totas ellas ademocráticas?

     Miedo a la democracia es el título de un libro escrito por el "activista" estadounidense y una de las figuras más destacadas de la lingüística del siglo XX, que fue profesor de Lingüística en el MIT, Noam Chomsky.  En este libro, según su contraportada, "Noam Chomsky repasa la historia entera del mundo desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta la actualidad para desvelar sus verdades y sus mentiras y llegar a la conclusión de que estos años están dominados por el miedo a la democracia".

     Carmen Alborch, en el capítulo que en su obra Libres. Ciudadanas del mundo dedica a la economista neozelandesa Marilyn Waring, indica: Cuando un grupo o colectivo desea que nadie interfiera en sus intereses suele explicar que su asunto es muy complejo, en el fondo solo está advirtiendo que tú no lo puedes entender. Así se devalúa la inteligencia del otro y se preserva la capacidad de influencia extraña".

     Como ciudadanos debemos protestar por esa devaluación y mostrar que ya pasó la época del feudalismo y de la esclavitud, y que ahora más que nunca somos capaces de entender cualquier asunto que afecte a nuestras vidas.

NOTA. Todo lo relativo al libro de Alfredo Pastor, indicado aquí, está extraído de una reseña escrita por Andreu Missé.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Privatización de la sanidad

     En dos entradas anteriores (http://pildoras-para-pensar.blogspot.com.es/2012/08/la-sanidad-una-mercancia.html  y pildoras-para-pensar.blogspot.com.es/2012/08/sanidad-una-mercancia-continuacion.html), he comentado el hecho de que, en el marco del vigente sistema económico, la sanidad no es derecho humano, sino una mercancia que, como tal, está recogida en el Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (AGCS) de la Organización Mundial de Comercio (OMC). No obstante, ahora -después de haber dedicado varios días al concepto de democracia-, considero oportuno comentar lo que supone para la democracia el que un gobierno decida la liberalización de la sanidad.


     Desde un principio, las grandes empresas, a través de sus lobbies, no han dejado de presionar a los gobiernos para hacerse cargo de los servicios públicos. En relación con la sanidad, en cierta forma protegida por el Estado de Bienestar imperante en Europa,  ya he indicado, que la Coalición de las Industrias Norteamericanas de Servicios declaró al U. S. Trade Representative, es decir, al embajador norteamericano responsable de las negociaciones en la OMC, lo siguiente: "Los sistemas públicos de sanidad en Europa nos impiden penetrar masivamente en ese mercado, y en consecuencia contamos con usted para que nos abra este sector. Apuntamos muy especialmente al mercado de los mayores de 65 años, pues consume por término medio cuatro veces más servicios de sanidad que el resto de la población". No son palabras textuales. (Susan George y Martín Wolf, La globalización liberal. A favor y en contra, 2003, Círculo de Lectores, Barcelona, págs. 49-50)

     Ahora, con la excusa de la austeridad, esas empresas han encontrado una puerta por donde "penetrar masivamente" en los servicios públicos; y, en el caso de la sanidad, han empezado por el "mercado de los mayores de 65 años". (Hospital de La Princesa)

     Hasta tal punto este sistema económico desprecia la democracia que, según la conocida politóloga francesa Susan George (Pongamos a la OMC en su sitio, 2002, Icaria editorial, Barcelona, págs. 76-77), debido a las disposiciones del artículo XXI, las decisiones que un gobierno tome en relación con el AGCS son prácticamente irreversibles. "Imaginemos -dice Susan George- el caso en que un gobierno compromete un servicio con resultados catastróficos (como ya ha sucedido en Gran Bretaña con el ferrocarril) y que posteriormente es sustituido por otro gobierno que desea enmendar la actuación del primero y retirar ese compromiso. A menos que todos los países miembros de la OMC que se consideren afectados estén de acuerdo, el gobierno ulterior deberá someterse a un arbitraje y estará maniatado si no propone liberalizaciones en otros sectores que satisfagan a sus socios comerciales".

     Sanidad como mercancía, solo podrá disfrutarla quien tenga dinero para comprarla: para mejor sanidad, mayor precio. En conclusión: tú vas a morir y yo voy a vivir porque soy más rico.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Democracia y desigualdad económica

     En la Universidad de San Diego en California se hicieron, hace años, una serie de experimentos cuyo objetivo era buscar cuáles son las motivaciones que, con respecto al dinero, mueven a las personas cuando no hay un interés particular.

     En todas las experiencias (recogidas en la revista Nature) la tendencia fue siempre la misma: quitar a los ricos y dar a los pobres. Aún sin conocer a los que más tenían, los jugadores manifestaron que sentían cierto enfado con los más favorecidos. La justicia retributiva está de alguna manera inscrita en nuestro funcionamiento. Este comportamiento es, en cierta manera, coherente con el descubrimiento de las neuronas espejo.

     Estos resultados, de algún modo, explican el que "no ha nunca una hambruna en una democracia funcional con elecciones periódicas, partidos de la oposición, libertad de expresión y medios de comunicación relativamente libres (aunque el país sea muy pobre y se encuentre en una situación alimentaria muy adversa) (...) La historia de las hambrunas ha tenido, en efecto, una relación peculiarmente cercana con los regímenes autoritarios" (Amartya Sen, La idea de la justicia págs. 373 y 374).

     Sin embargo, en la actualidad, hay en Occidente gobiernos, que se dicen desarrollados y democráticos, a quienes no solo no preocupa la existente desigualdad económica en sus países, sino que, al mismo tiempo, emprenden acciones que la acrecientan.

     La razón, según Amartya Sen, reside en que no se trata de gobiernos realmente democráticos, sino de gobiernos en los que, de acuerdo, con lo que pronosticó, en una entrevista, el entonces -año 2005- Relator de la ONU para la Alimentación, Jean Ziegler, la democracia ha sido sustituida por un sistema feudal, en el que los señores feudales únicamente tienen de  humanos la configuración exterior.

     Julien Brenda, famoso filósofo y escritor francés que vivió entre 1967 y 1956, dice, en una de sus obras, Memorias de un intelectual: "A decir verdad, considero que por sus actos y aún por sus dogmas, algunos pueblos se han excluido de la humanidad. Presentar una cierta configuración anatómica no me parece condición suficiente para ser hombre".

jueves, 1 de noviembre de 2012

Responsabilidad social

     "Responsabilidad social" es el título del último apartado de la obra, ya citada, de John D. Bernal, Historia social de la ciencia (tercera edición de 1973).

     En ese apartado, este científico e historiador, dice: "La nueva técnica, la nueva ciencia, no pueden coexistir con la moralidad antigua, de la misma manera que no pueden coexistir con los antiguos sistemas políticos y económicos". Según él, no pueden coexistir porque la nueva técnica, la nueva ciencia, llevan implícita "un nivel de responsabilidad individual y colectiva muy superior al alcanzado en otras épocas".

     En ese apartado, indica también: "Hubo una época en que la ignorancia era virtud. Los dirigentes de la sociedad dividida en clases pensaban que el pueblo no debía saber más que lo necesario para su trabajo, y en particular que no debía preocuparse por las bases de la sociedad. [El subrayado es mío]. Con el aumento del saber y de la experiencia esa ceguera no es aceptable, y en realidad ninguna comunidad industrial moderna puede permitírsela sin perecer. La responsabilidad se convierte de nuevo en algo colectivo y consciente. Los mismos acontecimientos enseñan, si no otra cosa, que los hombres no son unidades aisladas: sus actos aparentemente aislados intervienen como factores en un movimiento social general [Es el efecto mariposa trasladado al campo social]. La ignorancia invencible, que era en realidad invencible y hasta inevitable en el pasado, se convierte hoy en ignorancia vencible, que ya no se puede evitar".

     Unos renglones más tarde (tomo II, pág. 474) señala que "la tarea del pensamiento humano solamente empieza con el saber. Y del saber debe derivarse un cambio constructivo para que sea posible su renovación". Es decir, en coincidencia con Eduard Carbonell, alude a la necesidad, imprescindible para la supervivencia del ser humano, de adquirir conciencia de especie.

     Preconiza Bernal que, entonces, "los acontecimientos históricos se convertirán cada vez más en el resultado de la acción consciente y planeada", y, como decía Engels, empezará "la verdadera historia de la humanidad".

          Puesto que nuestros representantes se dirigen a nosotros -los ciudadanos- como si solo ellos fueran poseedores de la verdad, los únicos que conocen el correcto camino, es decir, como si estuviéramos todavía en la época de la ignorancia, es, como indica John D, Bernal, responsabilidad nuestra poner de manifiesto que, gracias a las nuevas tecnologías, esa época ya ha pasado. Porque ya ha pasado, en la filosofía política contemporánea ha ganado "amplia aceptación la idea de que democracia se entiende mejor como el gobierno por consenso, y en el Foro Mundial de la Democracia se ha hablado de "democracia participativa".

    Si no hacemos uso de esa responsabilidad, seremos culpables de que se prolongue la situación actual donde hay niños y niñas que pasan hambre y que no pueden crecer y desarrollarse con todas las ventajas de la educación, donde hay seres humanos que mueren de enfermedades curables, donde hay seres humanos que carecen de una vivienda, etc. etc.

martes, 30 de octubre de 2012

Desarrollo científico y democracia

     Siempre se ha pensado que ciencia y sociedad se influyen mutuamente. Pero el más completo estudio en paralelo, por una parte, de la historia  de la ciencia desde los orígenes mismos de la sociedad humana y, por otra, de su historia social y económica, fue realizado por el científico irlandés, destacado por su labor pionera en el ámbito de la cristalografía de rayos X y Premio Lenin de la Paz, John D. Bernal (1901-1974).

     John D. Bernal, en el prefacio de su obra Historia Social de la Ciencia, escribe: "(...) mi propósito es destacar una vez más en qué medida el progreso de la ciencia natural puede ayudar a determinar el de la sociedad misma. y esto no solo en los campos económicos suscitados por la aplicación de los descubrimientos científicos sino también por las consecuencias del efecto que produce en la estructura general del pensamiento". En efecto, en esta obra John D. Bernal ha puesto, de forma clara y rotunda, que el impacto que genera el desarrollo científico en una sociedad es enorme: no se trata solo de su impacto sobre el desarrollo económico, sino que actúa directamente sobre la cultura.

      Actualmente, ya ha empezado a jugar un papel muy importante, en la cultura, los recientes descubrimientos en el campo de las neurociencias, entre ellos, los relacionados con las neuronas espejo. El concepto de empatía figura en cada vez más programas de educación.

     En relación con la empatía, Jeremy Rifkin indica: "La capacidad de reconocernos en el otro y de recoocer al otro en nosotros es profundamente democratizadora. La empatía es el alma de la democracia. (...) Cuanto más empática es una cultura, más democráticos son sus valores y sus instituciones de gobierno". (La civilización empática. La carrera hacia una conciencia global en un mundo en crisis, pág. 159)

     Por otra parte, las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación están permitiendo que el ser humano quede liberado de múltiples tareas, con lo que dispondrá de más tiempo para pensar sobre la abundante información que estás tecnologías ponen a su disposición. Como defiende Amartya Sen, en esas condiciones, una democracia implica que el ciudadano participe "activamente en la deliberación política".

     Como era de esperar, en el proyecto de Declaración Universal de la Democracia, presentado en el Foro Mundial celebrado en octubre, se hace referencia al papel que pueden ejercer la Tecnologías de la Información y la Comunicación. "Las modalidades de participación que ofrecen las nuevas tecnologías de la comunicación y la información contribuirán sin duda a ampliar la capacidad de los ciudadanos para expresarse libremente, reafirmando de este modo una democracia auténtica", dice en el art. 3.3.

     En resumen. A pesar de los muchos logros de la democracia representativa, hay que reconocer que el mundo de ahora no es el de hace unos años. En los últimos años, han tenido lugar descubrimientos cientificos, y aplicaciones técnicas de esos descubrimientos, que obligarán a introducir algunas modificaciones en el sistema.

    

viernes, 26 de octubre de 2012

Democracias occidentales

     Con ligeras diferencias, todas las democracias occidentales son democracias representativas. El gobierno del pueblo y para el pueblo que, de una manera u otra, señalan las Constituciones de los países occidentales desarrollados se llevan a cabo a través de elecciones y votos: los ciudadanos delegan en los representantes elegidos el oficio de gobernar y, después, se desentienden del mismo o se refieren a él solo para criticarlo.

     Sin embargo, como ya se ha indicado, "en la filosofía política contemporánea ha ganado amplia aceptación -si bien no siempre aceptada por los institucionalistas políticos- la idea de que la democracia se entiende mejor como el gobierno por consenso". Para eso son imprescindibles ciudadanos que "se sientan partícipes y comprometidos de verdad con los valores y principios éticos y democráticos", lo que no significa que tengan amplios conocimientos de economía, psicología, política y sociología.

     Pero ¿en cuántos países occidentales desarrollados con democracias representativas, se ha informado a los ciudadanos del problema generado por el sector financiero?; ¿en cuántos se ha tenido la valentía suficiente para explicar cuál es la solución que pretendía imponer el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), ambas instituciones totalmente ademocráticas?; ¿en dónde se ha informado, con detalle, de los pros y los contras de soluciones alternativas?  A través de los votos de los ciudadanos, lo que debía ser una democracia se ha convertido en una plutocracia, es decir, según el diccionario de la RAE, en una "preponderancia de los ricos en el gobierno del Estado".

     Aunque los votos, por supuesto, tienen una función muy importante, se trata solo de una parte del proceso democrático. Votar a secas puede ser en sí mismo completamente inadecuado, como lo muestran con elocuencia las insólitas victorias electorales de tiranías o regímenes autoritarios. Muchos dictadores en el mundo han conseguido enormes victorias electorales, sin coacción abierta sobre el proceso de votación, sino a través de la supresión de la libertad de información, de una no-información de los candidatos (utilización de demasiados eufemismos) o de la generación de un clima de miedo o de ansiedad.

     Sucede, con frecuencia, que los discípulos enseñan a sus maestros. Cuando Occidente se creía la cuna de la democracia, resulta que hay democracias más desarrolladas que la suya. Un ejemplo lo puede ser Botsuana, citado por Joseph E. Stiglitz y descrito ya en este blog. Un año la sequía puso en peligro la vida de muchas personas en el sector ganadero, al mismo tiempo que en la industria de los diamantes presionaban sobre el presupuesto del país. "Botsuana se apretó el cinturón y armoniosamente pudo superar la crisis".  La necesaria austeridad no ocasionó la "clase de rupturas sociales tan frecuentes bajo los programas del FMI". En el contexto de una democracia, los representantes del pueblo supieron llevar a cabo un gobierno por consenso o participativo. Como es natural, casi nunca hay éxito sin mancha y aunque no sé cuál fue la mancha en este caso, lo más importante es que los habitantes de Botsuana se sintieron seres humanos, dueños de su destino.

domingo, 21 de octubre de 2012

Utilidad de los foros, cumbres, reuniones ...internacionales

     En la conversación que mantuvieron Miguel Delibes, escritor y miembro de la Real  Academia de la Lengua Española, y su hijo, Miguel Delibes de Castro, eminente biólogo, ya citada, el primero pregunta a su hijo qué opinión le merecen las que él considera "pretenciosas reuniones internacionales". Delibes-hijo le indica: "Desde luego, las grandes cumbres han dado de sí menos de lo que esperábamos, pero sin duda mucho más que si no se hubiesen celebrado. Defiendo, por tanto, la utilidad de estas reuniones, incluso aunque sirvieran solo como símbolos, como mensajes a la ciudadanía de que los problemas (...) son serios, están ahí y tenemos que darles importancia".

     Los Delibes, padre e hijo, dialogan sobre problemas ambientales, pero considero que sus indicaciones son perfectamente extrapolables al Foro Mundial para la Democracia, organizado por el Consejo de Europa. Este Foro y el proyecto de Declaración Universal de la Democracia deben de verse como un "mensaje a la ciudadanía", una indicación de que la democracia, tal como se practica en estos momentos en Occidente, tiene un problema serio.

     Uno de los artículos, "Trasfondo económico de la ciudadanía", recogidos en el libro Democracia sin ciudadanos. La construcción de la ciudadanía en las democracias liberales (Edición de Victoria Camps, Ed. Trotta, Madrid, 2010), Oriol Farrés Juste, profesor de la Universidad de Gerona, señala la actual "subordinación de la política a la economía". Este profesor, después de describir hacia donde está llevando esta subordinación (privatización, incluso de los servicios públicos, influencia de los lobbies sobre los gobiernos, apropiación empresarial de bienes comunes de la Humanidad, conversión de todo en mercancía, incluso medicinas y alimentos, propiedad de particulares y materia de especulación financiera), indica la necesidad de que el ser humano luche para poder "como tal, erguirse y construir un escenario digno de seres capaces de acciones y palabras, digno también de calidad de vida, excelencia y virtud, y digno, por decirlo una vez, de ciudadanía".

     Desde mi punto de vista, el profesor Oriol, llama a una distinta forma de democracia que permita al ser humano seguir avanzando en el proceso de humanización, pasando de súbdito a ciudadano, como tantas veces indica Federico Mayor Zaragoza, uno de los autores del proyecto de Declaración Universal de Democracia.

viernes, 19 de octubre de 2012

Pensar y actuar

     Como es costumbre, a continuación, el apartado PENSAR Y ACTUAR del último boletín informativo de la Oficina de Cooperación Internacional para el Desarrollo de la Universidad de Valladolid, al que hoy me parece oportuno añadir la sección "Enlaces de interés"

                                  
PARA PENSAR Y ACTUAR

Semana Pobreza Cero. Del 15 al 26 de octubre.


                                               Rebélate contra la pobreza.                                                
    
ENLACES DE INTERÉS


Colectivo Novecento: Blog de economía crítica y pensamiento político



miércoles, 17 de octubre de 2012

Declaración Universal de la Democracia

     Del 5 al 11 de octubre último se celebró en Estrasburgo el Foro Mundial de la Democracia, organizado por el Consejo de Europa. En ese Foro, Federico Mayor Zaragoza y Karel Vasak presentaron un proyecto de Declaración Universal de la Democracia. En http://www.ubuntu.upc.edu/index.php?pg=2&ncom=31&lg=esp#_blank tienen a su disposición el texto completo de ese proyecto, para el que Ubuntu pide adhesiones. (Ubuntu es un foro mundial de redes de la sociedad civil).

     ¿Por qué, a estas alturas, una Declaración Universal de la Democracia? ¿Acaso porque el sistema representativo, habitual en todas las democracias occidentales, ha dejado de representar a los ciudadanos y se limita a cumplir, sin consultar con nadie, a las instituciones internacionales que dirigen el vigente sistema económico-social?  Ya antes de que empezase la actual crisis financiera, el sociólogo y politólogo Guillermo O'Donell (1936-2011) pronosticó la "muerte lenta de la democracia".

     En el texto del citado proyecto de Declaración Universal de la Democracia, se habla de "democracia participativa" (Art. 3.2). Sin duda a los autores no les satisface -no consideran una forma de democracia ajustada a los tiempos actuales- la actual democracia representativa.

     La democracia participativa no renuncia a su carácter de democracia representativa, pero incluye una mayor participación de los ciudadanos que la que les otorga la democracia representativa, en la que la máxima participación ha consistido, hasta ahora, en la celebración de referendos en  algunas ocasiones muy especiales.

     Amartya Sen, premio Nobel de Economía, considerado como "la conciencia de su profesión", dice en su libro La idea de la justicia (Taurus, 2010): "La democracia debe juzgarse no solo por las instituciones formalmente existentes sino también por el punto hasta el cual pueden ser realmente escuchadas voces diferentes de sectores distintos del pueblo" (pág. 17); "Al ponderar los pros y los contras de la democracia, tenemos que otorgar un adecuado reconocimiento a la atracción del gobierno participativo" (pág. 353); "... en la filosofía política contemporánea ha ganado una amplia aceptación la idea de que la democracia se entiende mejor como el gobierno por discusión" (pág. 354).  También indica Sen que para que sea posible una democracia participativa los ciudadanos deben de dejar de ser considerados como "máquina de calcular" (teoría de la "elección racional").

     Los analistas políticos indican que, en una democracia participativa, nuestros representantes tendrán un conocimiento más íntimo, que en el caso de un gobierno altamente centralizado, de las necesidades de la población. (Ahora ninguno de los representantes políticos saben lo qué es que sus hijos pasen hambre).

     Estudios realizados por economistas, sociólogos y psicólogos han demostrado que las personas que participan en la toma de decisiones son más felices que las que se limitan a aceptar o aplicar las decisiones de otros, debido a que se sienten responsables del mejoramiento de la calidad de vida. La actividad participativa convierte  las personas en mejores ciudadanos; la participación desarrolla la capacidad de las personas de trabajar en colaboración con los demás, de identificar prioridades y de lograr que las cosas se hagan y los proyectos se realicen.

     Imposible en unas pocas líneas resumir todos los beneficios para todos -incluidos los organismos sectoriales, las empresas  y los gobiernos- que se derivan del establecimiento de una democracia participativa. Hay muy buenas razones a favor de una democracia participativa.

    

sábado, 13 de octubre de 2012

Nuevo orden económico

     Hace años que empezó a  mencionarse la "urgente" necesidad de establecer um nuevo orden económico. Se trataba de poner un poco de orden en la actual "economía de casino" y evitar en lo posible la consiguiente incertidumbre ecónomica (crisis). Hace tiempo que empezó a denunciarse la condición obsoleta de instituciones como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización Mundial de Comercio (OMC), pero nadie se atrevía a afirmar que el sistema está podrido y que es indispensable -urgente- cambiarlo profundamente.

     Los escándalos financieros y sus catastróficos resultados; la existencia de paraísos fiscales; el creciente aumento de las desigualdades económicas no solo entre países sino también dentro de un mismo país y las consecuencias de todo tipo debidas a esas desigualdades: revueltas, enfermedades  y consiguiente descenso de vida media, ..., son solo algunas de las ineludibles señales de la urgencia de un nuevo orden económico global. ("Deberíamos haber aprendido ya que en un mundo de desigualdad manifiesta (...) no va  ser totalmente seguro, ni  siquiera para sus habitantes privilegiados", Koffi Annan, ex secretario general de la ONU).

     Pero ¿cómo hacerlo ahora cuando los gobiernos han claudicado de su obligación de representar a los ciudadanos y cuidar su bienestar?  En un principio, se dice que se necesitarían unos presidentes de gobierno con gran visión y audacia política. Unos dirigentes capaces de proponer y construir formas económicas alternativas, en las que el mercado esté subordinado a los derechos humanos, la democracia y la sustentabilidad ambiental. ¿Dónde están?

     En un muy conocido relato épico de los mayas quichés, El Popol Vuh. Las antiguas historias del Quiché, se dice: "Entonces el Corazón del Cielo les echó un vaho sobre los ojos; los cuales se empañaron como cuando se sopla sobre la luna de un espejo. Sus ojo se velaron y solo pudieron ver lo que estaba cerca, solo eso era claro para ellos. Así fue destruida su sabiduría...". (Extraído del libro Los efectos de la política europea. Un análisis crítico, José J. Romero, coord. 2002)

     Según los mayas, cuando los dioses quieren castigar a los mortales les empañan la vista para que no puedan ver sino lo que está cerca.  Nuestros dirigentes hace años que han olvidado que habían sido elegidos para representar al pueblo. Han sido castigados por los dioses y no ven que su manera de obrar contraviene la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Constitución de sus países, no son capaces de ver lo qué significa no apoyar a la enseñanza y sanidad públicas, no ven a las personas que tienen que ir a comedores sociales para, literalmente, no morir de hambre, etc.

     Ante esta situación, los expertos y no expertos llevan tiempo diciendo que la solución se encuentra en la sociedad civil. "El siglo XXI será de la sociedad civil o no será".

jueves, 11 de octubre de 2012

Comportamiento criminal

     "No existe peor crimen que negar oportunidades a aquellos que, en principio, tienen toda la vida por delante, una biografía por construir. De hecho algunos de los logros más nobles de los humanos surgieron de intentar derribar barreras que obstaculizaban el libre desarrollo de las personas para conseguir que el largo camino que conduce de la cuna a la tumba sea independiente del origen social, el sexo o la raza. Muchas, aunque no todas ni en todas partes, de estas barreras han sido o están siendo abolidas".  Así empezaba un artículo escrito por José Manuel Sánchez Ron, miembro de la Real Academia Española y catedrático de Historia de la Ciencia en la Universidad Autónoma de Madrid.

     El título del artículo era Asesinos del futuro y se refería a las consecuencias que, para nuestros descendientes, podía tener el cambio climático.  Fue escrito antes de que se iniciara la crisis que estamos sufriendo.  Y lo menciono ahora porque para hacer frente a esa crisis algunos gobiernos están obstaculizando "el libre desarrollo" de algunas personas, no futuras, sino presentes.

     Ya sabemos cómo empezó todo. Empezó por la avaricia y la ambición de una élite privilegiada, que desconoce el significado de la palabra "ética" y continuó porque las instituciones internacionales -pilares del vigente sistema económico- decretaron que tenían que ser los ciudadanos los que sacasen a esas élites del hoyo en que habían caído.  En palabras de Martin Wolf, "no nos gusta que un gran número de bancos se derrumbe. Para quien cree en la economía de mercado...".

     ¿Cómo se podía llevar a cabo ese "rescate"? Practicando a virtud de la austeridad.  ¿Todos los ciudadanos? No, solo las clases medias y bajas. (En realidad, esa política -ajuste estructural- ya se había empezado a practicar en los países llamados del Tercer Mundo, aunque, en general, entretenidos con otros quehaceres, en Occidente no nos dimos cuenta de sus  consecuencias. Véanse algunas de las primeras entradas de este blog).

     En resumen. ¿Qué se está haciendo, por ejemplo, con los niños que van a la escuela -una escuela sin los necesarios recursos materiales y humanos- con hambre y cuyos padres tienen que acudir a la ayuda de la Cruz Roja u organizaciones análogas para poder subsistir o con los jóvenes que tenían puestas todas sus ilusiones en ir a la universidad y que han tenido que olvidar tal pretensión porque sus padres no pueden pagar las correspondientes tasas o con los jóvenes que no pueden conseguir una vida independiente porque no encuentran empleo?  ¿Qué se está haciendo con los derechos humanos básicos: derecho a la alimentación, derecho  la educación y derecho a la sanidad?

     Es digno de resaltar la circunstancia de que todo eso está teniendo lugar en países democráticos en cuyas Constituciones, de una u otra manera, se habla del "gobierno del pueblo".

     Como ciudadana de uno de esos países, termino con las palabras con que Sánchez Ron terminaba su artículo: "me duele de forma casi insoportable. (...) De hecho, sufro incluso más por la indignidad del comportamiento criminal del que participo. Seré recordado, ay, como miembro de una tribu global de asesinos".

martes, 9 de octubre de 2012

Desigualdad económica y social en Occidente

     En un reciente artículo periodístico, José María Ruiz Soroa, abogado, recuerda el análisis que Pierre Rosanvallo, intelectual e historiador francés, hace del constante aumento de la desigualdad económica y social que se viene registrando en las sociedades occidentales desde 1970.  ¿Qué ha pasado?

     Aunque los exitosos han convencido al resto de los ciudadanos de que "se lo merecen", es decir, que sus escandalosas retribuciones son debidas a su capacidad y no a un pacto de la élite en el poder, la realidad es que se deben a una especial organización social.

     ¿Cómo se explica que determinadas "habilidades" -relacionadas con el deporte y las finanzas, que no aportan nada al bienestar de la población- merezcan retribuciones muy superiores no solo a la media sino incluso a las que recibe, por ejemplo, un investigador, un médico o un profesor universitario, cuyo trabajo puede proporcionar grandes beneficios a la Humanidad?  ¿Qué especiales cualidades tiene el gestor de una entidad bancaria que ha abandonado el cargo dejando en la ruina a la entidad de que era responsable? ¿Por qué, hace unos años, en empresas tan exitosas o más que muchas de las actuales, la desigualdad de retribuciones entre trabajadores y directivos fuera mucho menor que ahora?  (Indica José María Soroa que sin darnos casi cuenta se ha pasado de una escala de retribuciones de 1:6 a otra de 1:300).

     Existen múltiples razones para afirmar que en este proceso juega un importante papel el sistema económico-social que se ha implantado durante las últimas décadas. Únicamente dos ejemplos:

    a) El trabajo es una mercancía que los directivos de las empresas pueden comprar al precio más bajo posible. No existe, sin embargo, ninguna limitación para la remuneración de los directivos, quizás porque, según el sistema, no realizan ningún trabajo.

     b) ¿A qué se debe la diferencia de resultados de españoles y finlandeses en el informe PISA? Está demostrado que no se debe a que el coeficiente intelectual de los finlandeses sea superior al de los españoles, sino a un diferente sistema de enseñanza: centros públicos con profesores muy motivados y valorados socialmente. Mientras que, en el sistema económico-social vigente, la educación es una mercancía de la que se encarga la empresa privada; en consecuencia, solo podrá tener una buena educación quien tenga dinero para pagarla. Otra, muy importante, fuente de desigualdad.

     En relación con lo anterior, Adela Cortina, en el artículo Aporofobia, ya mencionado, indica, (según ella, siguiendo a Kant en su obra La paz perpetua) la existencia de "tres tipos de ética, encarnados en tres tipos ideales: la ética de los demonios estúpidos, la de los demonios inteligentes y la de las personas amén de inteligentes, justas y solidarias".  De la descripcion de las características que definen cada tipo, se llega a la conclusión de que los occidentales nos estamos comportando como demonios estúpidos, como seres sin sensibilidad moral, carentes de inteligencia y, por tanto, incapaces de vislumbrar las consecuencias de nuestro comportamiento.


    Las consecuencias las indicó Kant y, en la actualidad, son expuestas por un número cada vez mayor de analistas políticos. En palabras de Adela Cortina, "hasta un pueblo de demonios, sin sensibilidad moral, preferiría la paz a la guerra, la cooperación al conflicto, la colaboración a la exclusión, con tal que tengan inteligencia". Una inteligencia que en Occidente hemos renunciado a usar en los últimos años.
    

lunes, 8 de octubre de 2012

Aporofobia

     Aporofobia es una palabra que, por ahora, no figura en el diccionario de la lengua española, pero que propone Adela Cortina, catedrática de Ética y Filosofía Política en la Universidad de Valencia y presidenta de la Fundación ETNOR, basándose en que la "Real Acadenia Española de tanto en tanto introduce en su diccionario nuevos términos por razones diversas", entre las cuales la más poderosa es que la palabra propuesta "designe una realidad tan efectiva en la vida social que esa vida no pueda entenderse sin contar con ella". Por analogía con otras palabras, en el diccionario de la Real Academia, se podría encontrar: aporofobia (del gr. á-poros, pobre, y fobéo, espantarse) f. Dícese el odio, repugnancia u hostilidad ante el pobre, el sin recursos, el desamparado.

     Porque, salvo en muy contadas ocasiones, los pobres no son culpables de ser pobres y, principalmente, porque nadie puede elegir el lugar de nacimiento -el lugar de nacimiento es más misterioso que el de la muerte-, es  de justicia proporcionar a estos ciudadanos la atención necesaria para que, el menos los niños, puedan desarrollar todas sus potencialidades como seres humanos. Para un país, no obrar de esta manera es, además de injusto, antieconómico, pues pierde las aportaciones futuras de talentos que quedan sin cultivar plenamente.

    ¿Por qué dice Adela Cortina que la vida en nuestro país -un país que se considera civilizado- la vida no puede entenderse sin contar con la palabra aporofobia?

     La realidad se encuentra en el injusto e inhumano vigente sistema económico, cuyo único objetivo, por encima del desarrollo humano, es el crecimiento económico. Un sistema en el que la economía carece de ética; en el que ni los gobiernos ni nadie debe entrometerse en la libertad absoluta de movimientos para las operaciones de mercado; que ha decretado que todo, incluso derechos humanos como son la salud y la educación, deben ser objeto de compra-venta, es decir, sean mercancía, ...

    En palabras de Adela Cortina, "esto [la aporofobia] sucede en el ámbito de la economía, en el que buena parte de la humanidad queda excluida de consumir productos básicos para la supervivencia, sencillamente porque no interesa lo que podría ofrecer a cambio. El libre mercado, dice la teoría clásica, garantiza mayor soberanía para el consumidor. Lo que no aclara a renglón seguido es que merece el título de consumidor quien puede pagarse el consumo, quien presente una demanda solvente, porque es éste un juego de toma y daca, en el que ejerce su libertad no el que quiere sino el que puede".

     El sistema, al principio, anunció toda clase de beneficios, pero, durante todo el tiempo que lleva en funcionamiento, ha puesto de manifiesto la necesidad de modificar algunos de sus aspectos para hacerlo más justo y más humano. Es lo que se llama cambio de paradigma,

     Sin embargo, este cambio de paradigma presenta grandes dificultades, porque tropieza con un grupo que, aunque pequeño -alrededor del 1 por ciento de la población mundial-, goza de un gran poder al amparo de gobiernos que, por razones puramente egoístas, son partidarios de la inalterabilidad de ese sistema económico y practican la aporofobia en su actividad política.

    A pesar de todo, la historia demuestra que el ser humano no es domesticable, que ha tropezado con obstáculos, incluso mayores, y en todos los casos ha salido fortalecido, ha ganado en humanización. Todos somos responsables.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Empoderamiento de los ciudadanos

     Según el diccionario de Acción Humanitaria y Cooperación al Desarrollo, empoderamiento es el "proceso por el cual las personas fortalecen sus capacidades, confianza, visión y protagonismo como grupo social para impulsar cambios positivos de las situaciones que viven". La Real Academia de la Lengua ha introducido en su última edición (vigésimo tercera) las palabras "empoderar" y "empoderamiento". "Empoderar" significa, según ese diccionario, "hacer poderoso o fuerte a un individuo o grupo".

     ¿Necesitamos los ciudadanos europeos ser empoderados?  ¿Por qué?

     Porque, en las últimas décadas, a los ciudadanos se les ha indicado que los gobiernos y los mercados resolverían sus problemas. Por una parte, los gobiernos -democráticos- proporcionarían a todos, dentro de un concepto de equidad,  los servicios más necesarios: servicios públicos. Por otra parte, los mercados permitirían tener dinero -no importaba a qué precio- para satisfacer sus necesidades y, con frecuencia, sus caprichos. Y, al final, ha resultado que se ha convertido la democracia en un sistema feudal, se han incumplido todas las promesas realizadas, se ignoran las potencialidades del ser humano y las características del planeta Tierra, etc.etc.

     Ese empoderamiento ciudadano pasa por no esperar a que los gobiernos y los mercados -en este momento, solo los mercados porque los gobiernos han decidido obedecer las indicaciones de éstos renunciando a ejercer lo que eran sus obligaciones- resuelvan todos sus problemas.

     La ciudadanía necesita ser empoderada, para que se sienta capaz de pensar, de organizarse, y hacer uso de las características que tiene como miembro de la especie humana, en definitiva, ser consciente de su fortaleza y sabiduría para dejar de pertenecer al modelo de elección racional en favor del modelo de elección pública.

      Ello supone, lo que indica Jeremy Rifkin en su libro El fin del trabajo como solución al aumento de desempleados  debido a un uso intensivo de las Técnicas de la Información y la Comunicación: fortalecer el tercero  y cuarto sectores sociales, este último base de lo que se llama  economía social.

     A tenor de lo que he leído en un periódico, son cada vez más las personas que empiezan a, como decía Josep Ramoneda, "sentirse partícipe de proyectos que ilusionen y no solo carne de cañón de la impotencia política frente al dinero". Sin embargo, no hay que menospreciar la presión, que los mercados y las instituciones, que los avalan, son capaces de ejerce para que, después de la crisis, volver a imponer el tipo de economía y sociedad que tantos beneficios económicos les ha proporcionado hasta ahora. Por esa razón es tan importante llevar a cabo un empoderamiento que conduzca a un cambio de mentalidad.
    

     

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Cambio de mentalidad

     Como se ha indicado en la entrada anterior, el sociólogo Enrique Gil Calvo sugiere como modelos de participación ciudadana dos tipos de movilización, la convencional y la no convencional e incluye dentro de la primera, entre otras cosas, la participación, directa o indirecta, en reuniones o debates. ¿Por qué se dice que, además de modificar algunos comportamientos de los gobiernos que se consideran injustos e inadecuados, este tipo de movilización puede conducir a un cambio de mentalidad? ¿Es necesario un cambio de mentalidad?

    En un libro titulado El cambio de mentalidad. La promesa del siglo XXI (Editorial Centro de Estudios Ramón Areces, 2001), su autor Willis Harman,  indica que "estamos inmersos en una de las transformaciones más críticas de la humanidad: el cambio del sistema de valores de la sociedad occidental" y señala la importancia del diálogo, a través de reuniones y debates.

     Willis Harman empieza el libro analizando el cambio de paradigma que, en astronomía, tuvo lugar gracias a las ideas de Copérnico, para, a continuación, recordar un pequeño libro de Lewis Mumford publicado en 1956, The Transformations of Man, en el que éste, tildado de "último humanista del siglo XX" y "erudito entre los eruditos", señala que "obviamente, siempre están sucediendo pequeños cambios y, sin embargo, parece que en la historia hay determinados períodos en los que la sociedad atraviesa un cambio más fundamental, que involucra a todas las instituciones e incluso a los aspectos más básicos de la cultura", y recuerda que no ha habido más de cuatro o cinco "transformaciones" de este tipo a lo largo de toda la historia de la civilización. La más reciente es la que marcó el final de la Edad Media.

     Aunque, en un principio, pueda parecer producto de la prepotencia que, generalmente, exhibe Occidente, la afirmación de Willis Harmam de que estamos "inmersos en una de las transiciones más críticas de la humanidad", puede ser cierta.

     Muchos estudiosos, entre ellos el profesor Gil Calvo, indican que la actual crisis no es solo financiera, sino, además,  ecológica y moral. Es decir, que no solo afecta al sector financiero, sino a aspectos básicos de nuestra cultura como es la consideración de que la economía es una actividad humana a la que no incumbe la ética o el desconocimiento de las neuronas espejo (crisis de valores) y la obsesión por ignorar las limitaciones que impone el carácter cerrado de nuestro planeta (crisis ecológica). Puesto que solo se puede hacer frente a estas crisis involucrando a "todas las instituciones" y a "los aspectos más básicos de la cultura", quizás estemos atravesando un "cambio fundamental".

     Fundamental o no fundamental, la historia de la vida del ser humano es la historia de una continua evolución hacia distintas formas de hacer y de pensar cada vez más humanas; evolución, desde luego, no lineal, sino jalonada de importantes y peligrosos retrocesos. Sea o no necesario un "cambiofundamental, no es aventurado decir que estamos en uno de esos períodos de retroceso, no hace falta nada más que observar el desprecio que, principalmente en la actividad económica, se hace de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

     Según Willis Harman, una de las mejores formas de llevar a cabo un cambio de mentalidad es, como ya se ha dicho, el modo de participación que Gil Calvo califica de convencional.

     Nota de optimismo. Willis Harman subraya que "ni el poder político, ni el económico, no el militar puede compararse al poder de un cambio de mentalidad".


domingo, 16 de septiembre de 2012

Tipos de movilización

     Indica el sociólogo Enrique Gil Calvo que "en el campo de la sociología política, hay consenso en torno a la idea de que el modelo español de participación cívica es de tipo bipolar. Somos una de las democracias europeas con niveles más bajos de movilización convencional (medida por los índices de asociación, afiliación, pago de cuotas, aportación de trabajo voluntario, asistencia regular a reuniones, etc.) mientras que en cambio exhibimos los índices más elevados de movilización no convencional: manifestaciones callejeras, protestas populares, boicot al consumo...".

     Aceptada la existencia de estos dos tipos de participación ciudadana, debo señalar que cuando, en estos últimos días, insistía en la necesidad de movilizarse me refería a la movilización que el profesor Gil Calvo califica de convencional: asociación, realización de trabajo voluntario, asistencia regular a reuniones, etc., actividades todas ellas que llevan implícito un intento de buscar soluciones mediante el conocimiento y pensamiento crítico y creativo. Lo que se ha calificado de necesario cambio de paradigma no es posible mediante -en la nomenclatura empleada por Gil Calvo- movilizaciones no convencionales.

     ¿Para qué sirven, entonces, las movilizaciones no convencionales?  En algunas ocasiones las movilizaciones no convencionales son necesarias porque "es la mejor y aún la única forma de sacudir a la vez tanto la pereza intelectual de los medios informativos como la propensión al escepticismo del escarmentado público español". Pero nada más.

     Estamos en una crisis provocada por los mercados financieros, pero que, según muchos estudiosos, ha sacado a la luz dos importantes crisis, más o menos en estado de hibernación: una crisis ecológica y una crisis moral. Tres crisis consecuencia de un sistema obsesionado, entre otras cosas, por la no regulación y la competitividad.

     ¿Solución? Se acepta que la mejor solución, por ahora algo utópica, es "la de convertir la actual crisis de los mercados en una verdadera crisis del sistema, eventualmente capaz de dar a luz un nuevo modelo de sociedad. Una sociedad sostenible y ya no basada en el depredador capitalismo neoliberal, que de ciclo a ciclo y de burbuja en burbuja está conduciendo al planeta a un inminente colapso como el de la isla de Pascua ahora masivamente amplificado a escala global". Esa solución solo es posible mediante una fuerte movilización convencional que conduzca a un cambio de mentalidad.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Democracia

     Según el preámbulo de nuestra Constitución, la Nación española "en uso de su soberanía, proclama su voluntad de (...) establecer una sociedad democrática avanzada", y en el Art. 1.2 dice que "la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado".  No obstante, no hace falta una gran inteligencia y sabiduría para llegar a la conclusión de que no estamos en una "sociedad democrática".

     El Premio Nobel de Economía Amartya Sen, dice en su reciente libro La idea de la justicia (Taurus, 2010): "La democracia debe juzgarse no solo por las instituciones formalmente existentes sino también por el punto hasta el cual pueden ser realmente escuchadas voces diferentes de sectores distintos del pueblo".

     Una vez que  España se ha incorporado a la Unión Europea, habría que analizar en qué medida los ciudadanos tienen capacidad para influir en las políticas que emanan de Europa. De momento, lo único que vemos los ciudadanos es que las reformas institucionales que está adoptando la Unión Europea, se centran casi exclusivamente en limitar el margen de maniobra de los gobiernos, llegando en alguna ocasión, a su sustitución sin contar con los ciudadanos, y no en la dirección de fortalecer la participación democrática en la toma de decisiones y de los mecanismos de control democrático.

     En lugar de buscar la participación democrática a la hora de buscar una solución a la crisis, la Unión Europea se "ha echado en brazos" del Fondo Monetario Internacional (FMI), una institución multilateral que, aunque funciona con dinero de los ciudadanos, es ademocrática y totalmente opaca, y que, a pesar de los resultados obtenidos en otras ocasiones, solo tiene una receta: austeridad y privatizaciones, mezcla de mala economía e ideología, en palabras de Josep E. Stiglitz, Premio Nobel de Economía.(Véase entradas anteriores en las que se analizan algunas de las consecuencias en los países subdesarrollados).  Desde el principio, esta institución ha estado acompañada por el Banco Central Europeo.

     Lo anterior, además de suponer un atentado a la Constitución, suficiente para una protesta ciudadana, ha conducido a una creciente desigualdad estructural en el seno de la sociedad, desigualdad que, en muchos casos, es superior incluso a la de los años anteriores a la Gran Depresión. Mientras que las clases bajas y medias se han empobrecido, las élites tienen a veces ganancias inimaginables desde el punto de vista de la razón.

     Puesto que una desigualdad tan extrema solo puede ser origen de disturbios, ¿por qué los gobiernos no reaccionan y dejan de empeñarse en promulgar leyes que, incluso, van en contra de la Declaración Universal de los Derechos Humanos? (El caso más reciente en España lo constituye el Real Decreto Ley 16/2012, de 24 de abril). ¿Ambición personal, por coincidencia ideológica acompañada o integrismo?  Una cosa es cierta: nuestro Gobierno está olvidado que es imposible mentir muchas veces a muchas personas, sin que éstas no se den cuenta de ello (no recuerdo quien lo dijo) y olvidando que la época del feudalismo ya pasó a la historia. Es obligación de los ciudadanos recordárselo por dignidad, por empatía y por solidaridad.

     Amartya Sen defiende, en el libro ya citado, que la democracia, más allá de la representación política y el respecto a la regla de la mayoría, implica la protección de los derechos y libertades de los individuos, el acceso a las prestaciones sociales y el derecho de acceder a la información, así como participar activamente en la deliberación pública.
    

martes, 11 de septiembre de 2012

Recapitulando

     Después de algo más de un año aquí, siento la necesidad de hacer un alto en el camino para ordenar las ideas expuestas: en ese tiempo, he aprendido muchas cosas que desconocía y que he compartido con ustedes de una forma, quizás, algo desordenada. Para llevar a cabo esta recapitulación, he agrupado los temas tratados en dos grandes grupos: mercados e instituciones multilaterales. Dedicaré esta entrada al primer gran grupo, porque considero que es el que más necesita ser ordenado.

     El sistema económico vigente es el conocido como "economía de mercado". En este sistema, hay, por un lado, vendedores que ofrecen sus mercancías a cambio de dinero y, por otro, compradores que, conociendo perfectamente las características de las distintas mercancías, eligen las que consideran más convenientes. Los compradores, con su elección, determinarían los productos o mercancías que se deben producir. Es el llamado "mercado de competencia perfecta", en cuyo funcionamiento no debería intervenir el Gobierno.

     Sobre esta base, es decir, sobre el supuesto de que en las operaciones de compra-venta, el comprador se comportaba como una "máquina de calcular", se empezó a "matematizar" la economía, es decir, se empezaron a utilizar las matemáticas para representar e, incluso, predecir la marcha de la economía.  Por una parte, la economía se asimiló a ciencias como la física y la química: y, por otra, surge el modelo sociológico de "elección racional".

     Sin embargo, en la realidad, no pueden darse las condiciones para la existencia de un mercado de competencia perfecta. La primera demostración de que no es posible un mercado perfecto fue aportada por dos premios Nobel, en 1982 y 1983; la segunda demostración fue consecuencia de diversos experimentos de la neurociencia, que pusieron de manifiesto que el ser humano, ni siquiera en las operaciones se comporta como una máquina de calcular. Para que los mercados funcionen bien son necesarias adecuadas intervenciones, normas reguladoras, del Estado.

     A pesar de todo, en estos momentos, dominan los integristas de mercado, personas que sin argumentos, pero llevados por la avaricia y el egoísmo, han llevado la teoría a sus extremos: no sólo reclaman la no intervención del Estado, sino que mandan sobre él y han extendido el mercado a ámbitos que no le pertenecen.

     Muy importante es señalar que para estos integristas de mercado -seres humanos que se califican de civilizados- no existe el concepto de democracia y, desde luego, ignoran la Declaración Universal de los Derechos Humanos. A pesar de ello, en un ejercicio de tremenda hipocresía, imponen la democracia a otros y reclaman que los derechos humanos sean tenidos en cuenta por quienes no son ellos. Hasta tal punto estos integristas se niegan a desconocer la realidad, que niegan descubrimientos como el de las neuronas espejo.

     Consecuencias. La crisis que sufrimos e infinidad de problemas medioambientales y humanos que, aunque no tienen cabida en una recopilación, están ahí y afectarán a la vida de nuestros hijos y nietos.

     Ante esta situación ¿qué hacer? Desde mi punto de vista, primero, despertar (informarse) y, después, pensar y actuar: movilizarse, movilizarse y movilizarse. En caso contrario, mereceremos el desprecio de nuestros descendientes.